Crítica de cine: Damas en guerra
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El cine en general, y las comedias en particular, nos tienen acostumbrados a un cierto tipo de personaje femenino que, funcionando siempre como secundarios, son el soporte al personaje masculino. Ocurre en ocasiones que cuando son ellas las protagonistas, pasan a ser los personajes más endiabladamente imbéciles y vacíos, además que sus vidas solo tienen significado si un hombre está a su lado.
Claros ejemplos son el bajo CI inherente de Bridget Jones o las ninfomaníacas y bovinas aventuras del grupo de abuelitas de Sex and the City. Pero las comedias están cambiando, así como el prototipo de mujer, y más verdad está saliendo al aire de entre las comedias que desde el cine más serio y adulto, léase grandes dramones con muchas ganas de Oscar pero poca verdad. Ya pasó hace unos meses con Malas enseñanzas, una comedia gruesa pero sorprendente en el protagónico entregado por Cameron Díaz, y ahora vuelve a ocurrir con Damas en guerra.
Kristen Wiig, comediante del staff de SNL, es Annie, una mujer cerca de los 40, soltera y sin novio estable, que recibe la pésima noticia de que su mejor amiga, Lillian - Maya Rudolph - va a contraer matrimonio. Pero no son celos los que aparecen en Annie, es el enfrentarse a la realidad de que está perdiendo a su mejor y, tal vez, única amiga verdadera. ¿A quién no le ha ocurrido eso? ¿A quién no le ha dolido? Todo se agrava cuando en la vida de Lillian aparece Helen – una notable Rose Byrne - quien amenaza con transformarse en la nueva mejor amiga de ésta.
La guerra por la amistad de Annie comienza. Primero hay que dejar en claro que esta película es más seria y equilibrada que la mencionada Malas enseñanzas. También hay que poner sobre aviso que el humor que aquí se encuentra es, a ratos, bastante vulgar y escatológico, pero no menos gracioso y sorprendente. Tampoco el film apuesta todas sus fichas en esto. Ojo, en el fondo es una película más seria y entrega más sonrisas que muchos productos más respetados e "intelectuales".
Damas en guerra nos habla de una mujer que debe crecer, madurar y dejar algunas cosas atrás, a la vez que habla de la amistad y como ésta cambia a través del tiempo, se pone a prueba y prevalece o se rompe. Cuando las relaciones se arman en base a lazos demasiado finos, éstos se rompen, pero cuando son sólidos, las relaciones permanecen, aunque ambos lados deban saber transigir, madurar, cambiar. Y ambos lados deben desearlo de verdad.
Es un placer ver una película más inteligente de lo que se ve en el tráiler promocional, con una mirada clara, con perfecto timing para la comedia y a un grupo de buenas actrices haciendo lo que mejor saben hacer, entregadas de lleno a una historia que se gana las risas por la verdad de la historia, más que por elementos ajenos o insertados con mazo de fierro. No es para todos los gustos, pero en un año pobre como pocos, se alza entre lo más novedoso y sorprendente. Atención al pequeño rol de Jill Clayburgh, su último en el cine antes de su muerte.
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