Crítica de cine: Viernes 13

Es interesante preguntarse por el sentido de tomar una mala película de 1980 para recrearla 29 años después. Por supuesto, tiene que ver con que la primera Martes 13 costó 500 mil dólares, recaudó casi 40 millones e inició la franquicia más exitosa del cine de terror, compuesta por 11 películas que amasaron 591 millones de dólares en 23 años. La idea original, que repitió los preceptos básicos impuestos por Halloween (1978), de John Carpenter, seguía a un grupo de jóvenes que eran salvajamente asesinados con un machete antes, durante o después de tener sexo. El procedimiento se fue desvirtuando con los años: Jason Vorhees, el asesino, resucitaba sin mayor explicación en cada película para ser perseguido por el FBI, viajar a Manhattan, subirse a una nave espacial y hasta aliarse estratégicamente con Freddy Krueger. Esta nueva versión también se ensaña con la vida disipada y los curiosos que meten las narices en los sótanos oscuros, y agrega como novedad el consumo de marihuana, en un esfuerzo que bien daría para campaña del Conace. Enfrentarse a Viernes 13 es una experiencia automática, social e irreflexiva. (Gonzalo Maza)
Director: Marcus Nispel.
Duración: 97 minutos. Género: Terror.
Producción: EEUU, 2009.
Calificación: Mayores de 14 años.
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