Crítica de libros: De espaldas al mañana
El futuro no es nuestro (recopilación que reúne los cuentos de 20 escritores latinoamericanos jóvenes) es una antología irregular, por momentos insulsa, que en ningún modo consigue sustentar las ambiciosas propuestas del editor.

Más allá de la calidad de los textos recopilados, las antologías de cuentistas latinoamericanos jóvenes, es decir, menores de 40 años, tienen un interés particular: en un continente donde cuesta enterarse, literariamente hablando, de lo que sucede más allá de nuestras fronteras, esta clase de iniciativas permite ampliar la mirada, sacar conclusiones y saciar la curiosidad. En el caso de El futuro no es nuestro, el conjunto de 20 relatos seleccionados por el escritor y académico peruano Diego Trelles, todo lo anterior es posible, aunque de ahí a llegar a encandilarse hay un largo trecho.
En el prólogo, repleto de notas al pie de página, Trelles asegura que los escritores antologados han dejado atrás muchos de los llamados conceptos tradicionales: "Lo que ha cambiado es la forma y, ante todo, esa aspiración fundacional del narrador por legitimar, o deformar, un origen que, en nosotros, ya no es vital. Ni las raíces ni las tradiciones, menos aún conceptos tan desfasados como la nacionalidad o la patria, limitan ahora nuestro pacto incondicional con la ficción". Palabras llenas de intencionalidad, pero con poco asidero real: en estas páginas nadie ha descubierto la pólvora, ni nadie se ha desmarcado totalmente del acervo cultural que le fue dado al nacer, algo que por lo demás es bastante obvio.
Intentando dejar una huella y defender su antología, Trelles se refiere a otras iniciativas que se han llevado a cabo a nivel latinoamericano en los últimos 20 años, desde las compilaciones de Julio Ortega, pasando por McOndo, hasta Se habla español. Curiosamente Trelles ignora -o parece ignorar- lo que fue Bogotá 39, una antología que hace un par de años dio bastante que hablar. Fue ahí donde leí por primera vez un cuento de la ecuatoriana Gabriela Alemán (el mejor del libro), y ahí también donde descubrí algunas voces interesantes de la siempre inaccesible narrativa brasileña.
Si bien hay autores de El futuro no es nuestro que participaron en Bogotá 39 (los peruanos Daniel Alarcón y Santiago Roncagliolo, el brasileño Santiago Nazarian, los colombianos Juan Gabriel Vásquez y Antonio Ungar, la portorriqueña Yolanda Arroyo, la cubana Ena Lucía Portela), es notorio que, en cuanto a visión panorámica, y en cuanto a calidad de la propuesta, la iniciativa colombiana es más seductora.
Esto puede verse a través de tres casos: el cuento de Santiago Roncagliolo publicado en El futuro no es nuestro es mediocre, demasiado largo y carente de interés. Los otros dos ejemplos atañen a escritores chilenos: mientras que en el libro Bogotá 39 se incluyeron historias de Alejandro Zambra y Alvaro Bisama, un par de escritores personalidad propia y peso, que se ganaron su lugar con trabajos interesantes, en la iniciativa de Trelles se presentan las colaboraciones de Andrea Jeftanovic y Lina Meruane, ambas bastante deslavadas. Surge aquí una sospecha: tanto Jeftanovic como Meruane son autoras del sello editorial que dio amparo a El futuro no es nuestro.
Los cuentos más llamativos del libro son Sun-Woo, del argentino Oliverio Coelho, y Los curiosos, del colombiano Juan Gabriel Vásquez. Menciones honrosas obtienen los trabajos de Daniel Alarcón y Yolanda Arroyo. Pero el resto es prescindible. Es por ello que a nosotros, los lectores, sólo nos queda seguir confiando en el futuro.
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