Señor director:

Ayer compré un libro para mis hijos. Aunque tienen uno y dos años, y obviamente no saben leer, queremos familiarizarlos desde su infancia con la lectura. Recurrí a la mítica librería Qué Leo de Providencia con Las Urbinas, y me enteré de que en vez de libros pronto habrá allí una farmacia, de esas que pertenecen a las grandes cadenas del rubro. El dueño del local decidió arrendar su propiedad a otro oferente, obviamente quizá por más dinero.

Lugares íconos de la cultura se nos mueren en Santiago. Esta librería es un ejemplo, como es la galería El Patio, también ubicada en Providencia.

Sin desmerecer la venta de remedios, pienso que más que del cuerpo los chilenos estamos enfermos del alma. No necesitamos tantas farmacias, requerimos más bien espacios de cultura y encuentro, de un poco de silencio y, a la vez, de conversación y reflexión.

La pregunta que queda ahora es dónde leo.

Rosario Ferrer

Periodista