Histórico

El bajo rendimiento deportivo de Chile: reflejo de un país

Los resultados en Río 2016 reabren el debate sobre el desarrollo de la actividad, a nivel social y en el alto rendimiento.

Sólo Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela representaron a Sudamérica en el medallero de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, los primeros realizados en el subcontinente. Entre los restantes, eran escasas las posibilidades de obtener alguna presea, aunque era Chile el país al que se le podía adjudicar, por historia, alguna posibilidad de sumarse a los ganadores.

Las opciones reales, considerando el rendimiento de los nacionales durante el ciclo olímpico y sus marcas de clasificación eran, sin embargo, muy bajas. Finalmente, esa situación se reflejó en la competencia que concluyó el domingo último, pues los chilenos obtuvieron sólo cuatro diplomas olímpicos (se otorgan a finalistas o a quienes se ubiquen al menos en octavo lugar): la triatleta Bárbara Riveros, la lanzadora de bala Natalia Duco, el gimnasta Tomás González y la pesista María Fernanda Valdés, en una delegación de 42 deportistas.

Colombia, un ejemplo

Los parámetros y comparaciones de índole deportivo pueden ser variados, pero uno de los más importantes según los especialistas es concentrar los esfuerzos en aquellas disciplinas que, por tradición o condicionantes genéticas, ofrecen mayor opciones de éxito.

De acuerdo con un recuento realizado por la BBC, por ejemplo, fueron 11 los países (entre aquellos con un número significativo de podios) que alcanzaron el 50% o más de sus medallas gracias a una disciplina. En ese breve listado destacan algunos casos como los de la ex república soviética de Azerbaiyán, que con nueve millones de habitantes alcanzó 18 medallas: lucha (9), taekwondo (3), judo (2), boxeo (2), canotaje (2). Y algo parecido sucede con Kazajastán, con 17, agrupadas en pesas (5), boxeo (5), lucha (3), judo (2), atletismo y natación.

Precisamente esta es la política de Estado que ha asumido Colombia, un ejemplo cercano y comparable para Chile desde el punto de vista del desarrollo global. Clara Luz Roldán, directora de Coldeportes (equivalente a ministra de Deportes), afirma: "Como país hicimos varios estudios para determinar en cuáles disciplinas teníamos una mayor competitividad. Y una vez hecho eso, se ha encausado la inversión en ellos, incluyendo el envío de nuestros técnicos y atletas a lugares donde los deportes de combate están más evolucionados y tienen estrellas mundiales".

En cuanto a inversión, Colombia aparece como ejemplo de eficiencia pues destinó 8,5 millones de dólares para los deportistas de alto rendimiento durante 2016, mientras que Chile gastó US$ 10,5 millones en el mismo ítem. Una situación que, desde Chile advirtió la ex atleta Ximena Restrepo, bronce de Colombia en Barcelona 92 (400 metros): "Colombia está invirtiendo mucho, pero no sólo en sus deportistas, sino también en los entrenadores. Todo eso suma (...). En Chile todavía hace falta más apoyo en la parte médica y seguir mejorando la parte técnica".

El ejemplo colombiano se extiende también a la existencia de tres centros de alto rendimiento (incluye hotelería), cada uno con especialidades; así a Bogotá van fundamentalmente los atletas; a Cali, los pesistas, y a Medellín el BMX y los deportes de combate. En el caso local, sólo existe un centro de este tipo, en Santiago, y sobre el cual ha habido muchos reparos en cuanto a funcionamiento.

La situación es compleja porque en el país tampoco se han realizados estudios para determinar cuáles son las especialidades en las que existiría una posibilidad más alta de competitividad internacional. Y se agrava aún más cuando, sobre la base de estudios en los que sí hay abundancia, se llega a la conclusión de que los chilenos somos uno de los países más sedentarios (80% de la población no realiza actividad física alguna) y obesos de la región (27,8% de la población mayor de 18 años lo es y el porcentaje aumenta a más de 60% si se considera sólo el sobrepeso).

Por eso, buena parte de la política de gobierno ha sido ampliar la base de personas que realizan actividad física. Y también, un sistema de detección de talentos, materia en la que los colombianos también han adelantado pasos, lo que les ha permitido triplicar su medallero histórico desde Sídney 2000.

Una buena fórmula, más allá del número de habitantes, es la que ofrece China. En el país más poblado del mundo se han creado 400 escuelas deportivas con régimen de internado, donde los niños reciben no sólo formación en la disciplina para la cual parecen dotados, sino que además cumplen con todos sus ciclos escolares. En Chile, un módulo parecido también existe, pero en formación musical, como ocurre con la escuelas de música Jorge Peña Hen, en La Serena, y Juan Sebastián Bach, en Valdivia.

Uno de los grandes motores de desarrollo deportivo a nivel mundial es la recepción de megaeventos deportivos. Sucedió con Colombia (Juegos Odesur 2010) y China (Beijing 2008) y Gran Bretaña (Londres 2012). Justamente Reino Unido dio el gran golpe en Río 2016, desplazando a China del segundo lugar del medallero. Además de triplicar su gasto en becas y desarrollo deportivo, los británicos apuntaron a priorizar algunas disciplinas. Antes de comenzar cada ciclo de financiamiento, todos los deportes le presentan a UK Sport una estrategia de costos detallada y se comprometen a lograr un número de medallas. La Federación, luego, privilegia a los mejores.

Chile organizó los Odesur 2014 y quedó con nueva infraestructura para la práctica de diferentes deportes. Sus resultados, sin embargo, están lejos de concretarse.

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