Histórico

El Netflix cubano

'El paquete' es el sustituto que tienen en Cuba al acceso a internet. Un servicio clandestino que empezó en 2008 y que les permite compartir contenidos. Desde entonces se ha popularizado y ha ido diversificando sus contenidos, que incluyen las últimas series, videos de YouTube y noticias sobre la creciente farándula cubana.

“Si se cae la Televisión Cubana (TVC), los cubanos nos vamos a enterar una semana después, cuando llegue en “el paquete”, dice Antonio riéndose mientras inicia su computador. A sus 35 años es profesor de filosofía en una escuela de día y guardia de seguridad de noche. Creció en la república socialista y hoy su sueldo de 30 dólares mensuales no le alcanza. Pese a eso, nunca ha pensado en irse: “Eso sí, ya no tolero la televisión pública”. El único programa que ve en TVC es Mesa Redonda, el show sobre actualidad internacional que surgió a propósito del caso de Elián González, “el balserito”.

Pero hace un año y medio Antonio encontró solución para el tedio televisivo. Todos los miércoles llega hasta su departamento en La Habana un disco duro externo: es la entrega del “paquete semanal”, el nombre con el que se ha popularizado entre los cubanos la venta de un terabyte de programas de televisión, diarios, revistas, películas, videos de YouTube, juegos, aplicaciones y tutoriales directamente a su computador. Antonio paga un poco más (siete CUC, pesos cubanos convertibles, que equivalen a siete euros) por quedarse con el disco duro por la noche y así poder seleccionar lo que va a descargar en su computador: casi siempre series de televisión, películas, revistas y diarios, y algunos juegos para las noches de guardia en la empresa de exportación mixta en la que trabaja.

“El paquete” circula desde hace varios años y la lista de los sospechosos de haber creado este servicio es corta: quienes tenían acceso a internet o a actualización semanal vía aeropuertos. En esa categoría caben funcionarios de empresas internacionales mixtas que comercializan productos cubanos en el exterior, como el ron; miembros del aparato estatal de alto nivel, funcionarios de centros de investigación o ciudadanos con poder adquisitivo suficiente como para comprar cuota de internet a domicilio.

Entre la oferta estatal y el contrabando

En la esquina de L y 23, donde está el emblemático Hotel Habana Libre que la revolución le expropió a los Hilton, hay jóvenes parados todo el día, repitiendo sin cansarse a todo aquel que tenga cara de turista “Tarjeta Wi-Fi, cinco dólares la hora, tarjeta Wi-Fi”. Ahí, los cubanos se turnan durante el día para usar el punto con conexión a la red. Actualmente existen 35 en las calles de La Habana con red disponible para clientes de la Empresa de Telecomunicaciones Cubana, ETECSA, a una tarifa de dos dólares la hora. La otra opción son los centros públicos de internet, alrededor de 150 salones repartidos en las 16 capitales regionales.

Para los cubanos la oferta de Wi-Fi abierto -sin restricciones a determinados sitios- es pagada. El caso de Antonio es excepcional: por ser un académico, tiene conexión vía línea telefónica en su casa, pero sólo para acceder al correo de la universidad. Otro tipo de actividad en internet debe hacerse pagando una tarjeta ETECSA desde un punto Wi-Fi callejero. Para los turistas ansiosos por postear en Instagram su foto con el Che en la Plaza de la Revolución los hoteles ofrecen el servicio a través de las tarjetas de prepago Nauta, a 10 dólares la hora. Los jóvenes parados afuera de los hoteles hacen un buen negocio arrendando sus tarjetas ETECSA a mitad de precio.

Los jóvenes son los principales consumidores de la tecnología que entra vía familiares de visita, contrabando, compras a extranjeros o envíos: los smartphones se venden a precios que sobrepasan los 500 dólares.

Todo el software que utilizan esos dispositivos es ilegal porque las empresas que lo producen forman parte del bloqueo económico contra Cuba desde 1962. Los derechos de autor del software o el contenido reproducido no son temas que preocupen mucho a las autoridades, ni a los cubanos: “supongo que cinco décadas de ahogar nuestra economía me dan derecho a copiar How I Met Your Mother en mi computador, ¿no?”, ironiza Antonio.

De lo que las autoridades sí se han preocupado es de la popularidad de “el paquete” y crearon la contraparte oficial: “Mi mochila”, que tiene entre 300 y los 350 gigabytes y sus contenidos, a diferencia de “el paquete”, pasan por el visado de instituciones como el Consejo de Artes Escénicas, los Estudios Fílmicos del MININT (Ministerio del Interior) o el Instituto Cubano del Libro. Pero el “antipaquete”, como lo llaman, no ha impedido que el original se siga masificando y de paso a un tipo de consumo que mezcla el streaming (yo elijo lo que quiero ver) y la viralización (lo comparto con mi entorno cercano), ya que una vez descargado pasa de mano en mano vía puertos USB en los computadores.

La cultura en tensión

“El paquete” no es ilegal en el sentido de que no está prohibido. Pero no es incentivado desde el Estado y eso en Cuba marca toda la diferencia”, explica Antonio. Su origen  es difuso y el contenido también ha ido variando en estos dos años: “En las primeras versiones que compré, me podía descargar las ediciones de toda la semana de los principales diarios latinoamericanos y de España: Jornada, O Globo, El País. Pero ahora no. Con suerte pillo la edición de alguno durante la semana”; según Antonio, sí se han ido incluyendo contenidos publicitarios que a veces tienen factura casera y otras veces están en registro full HD.

Hoy además existen paquetes diferenciados: en Revolico, la principal página web de anuncios comerciales de Cuba, se pueden encontrar ofertas de algunos con doramas y mangas japoneses. Otros están centrados en los cubanos famosos fuera del país como los beisbolistas en la liga estadounidense. Otra reciente incorporación es una especie de YouTube comprimido: carpetas de videos descargados por categoría, como peleas, caídas o animales.

Para la creciente farándula cubana, compuesta sobre todo por artistas de reguetón, sus productores y la escena que los rodea, anunciarse en “el paquete” es un deber: la norma de emisión pública de música prohíbe la difusión de canciones y videos que hagan apología a la homofobia, xenofobia, el machismo o la violencia social, y en las emisoras su música simplemente no cabe por la carga de violencia hacia las mujeres que tiene. Osmani García, que se hizo viral mundial este año por “El taxi”, fue retirado de los Premios Lucas 2011 a los mejores videoclips cubanos por la misoginia de su video “Chupi Chupi”. Pero el reguetón no está prohibido y, al igual que el paquete, se difunde por el mano a mano. Antonio hace además un recuento de las revistas privadas de farándula que han ido surgiendo, como Vistar y Natural Fashion. Al igual que “el paquete” y el reguetón, no son ilegales. El Registro de Publicaciones Seriadas que lleva el Estado cubano rige sólo para impresos y el formato PDF no está contemplado.

En 2010, con la frase “se acabó el tiempo de bordear el abismo” Raúl Castro anunció la llegada de un socialismo “próspero y sostenible”, lanzando los lineamientos de la política económica y social. Una de sus medidas más destacadas fuera de la isla fue la apertura al autoempleo y la pequeña empresa privada, más conocida como la legalización de los “cuentapropistas”. Y los propietarios cuentapropistas del sector de servicios ya saben dónde publicitarse: en “el paquete”.

Entre la publicidad se ofrecen fiestas privadas en la Fábrica de Arte, el lugar de moda de La Habana. No sale el precio, pero sus tomas se parecen a las de cualquier lugar exclusivo en Latinoamérica: jóvenes con ropa de lujo, confeti que cae del techo, bandas en vivo, todo grabado en Full HD.

Esa nueva capa cuentapropista anuncia en “el paquete” porque quienes asisten a sus locales son quienes tienen dinero para comprar ese terabyte. La popularidad del paquete semanal ha crecido, pero está lejos de ser de consumo mayoritario entre los cubanos, quienes, pese a lo que entrega la cartilla estatal, tienen necesidades más urgentes. Su precio sigue siendo restrictivo para la mayoría que tiene un sueldo de 25 dólares. Pero en sus imágenes se ve un horizonte de consumo con el que la apertura económica de Raúl Castro coquetea en cierta medida, porque hasta el oficialista Centro de Estudios Económicos de Cuba ha señalado que es necesario aumentar el consumo interno para que crezca el PIB. Antonio no lo ve con tanta esperanza: “Cuando veo en esas imágenes lo que se viene para el país… no llamaría nostalgia lo que siento, pero sí un poco de miedo. Por años el cierre de Fidel a esta cultura externa nos hizo desarrollar otra cosa, un pensamiento y cultura distintos, pero es evidente que eso ya no es así. Las series que compro en “el paquete”, los PDF, la información, vienen de la mano con la cultura de la basura”.

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