Histórico

Expertos descubren que nuestros ancestros usaban lanzas con puntas antes de la Edad de Piedra

Una nueva investigación indica que las lanzas con puntas de piedra ya eran utilizados por el Homo heidelbergensis a mediados del Pleistoceno, hace más de 500.000 años atrás.

Nuestros ancestros estaban amarrando puntas de piedra a sus lanzas hace 500.000 años, 200.000 antes de lo que se pensaban.

Incluir puntas a las lanzas fue un importante avance en las armas de caza para los primeros humanos, pues requerían más esfuerzo y planificación en su construcción, pero entregaba a su vez un gran ventaja para matar animales.

"Existe una razón por la que los cazadores con arcos modernos afilan sus flechas" señaló Benjamin Schoville de la Universidad Estatal de Arizona. "Las puntas afiladas son extremadamente letales comparadas con una lanza con su punta de madera afilada. Los primeros humanos aprendieron esto mucho más temprano de lo que se pensaba".

Las puntas fueron encontradas en excavaciones entre 1979 y 1982 en Sudáfrica en el sitio arqueológico de Kathy Pan 1. Para comprobar que las puntas encontradas se utilizaban en la caza el equipo investigador comparó el desgaste de las puntas con el desgaste y efectividad que podían tener puntas similares lanzadas con una ballesta a una gacela. El resultado indicó que efectivamente las puntas encontradas correspondían puntas de lanzas, pues su forma tenía el desgaste distintivo causado al cazar animales.

Las lanzas con puntas son comunes en sitios arqueológicos de la Edad de Piedra hace 300.000 años atrás, pero este nuevo descubrimiento revela que también fueron usadas a mediados del Pleistoceno, en la era del Homo heidelbergensis, el último ancestro de los Neandertales y los humanos modernos.

"Este descubrimiento nos dice que el Homo heidelbergensis era capaz de recolectar las materias primas, y podía manufacturar la correcta arma de piedra. Podían recolectar madera, afilar la piedra y atar los dos elementos como una tecnología compuesta" señaló Michael Petraglia, profesor de la evolución humana y prehistoria de la Universidad de Oxford a The Guardian. "Esto nos dice que tenemos un ancestro muy inteligente".

Jayne Wilkins, candidata a Doctor del Departamento de Antropología de la Universidad de Toronto (Canadá) y autora de la investigación, señala que este descubrimiento cambia la percepción que tenemos de la adaptación humana y de sus capacidades antes del origen de nuestra propia especie.

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