Iván Bulos, la joya peruana que busca renacer
El delantero de 22 años, una de las grandes esperanzas del fútbol peruano, llega a O'Higgins con un largo historial de lesiones.

Tiene apenas 22 años, pero desde hace largo rato es una de las grandes esperanzas del fútbol peruano. Iván Bulos (Lima, 20 de mayo de 1993), se convirtió hace dos semanas en jugador de O’Higgins y espera, en Chile, reencontrarse con su mejor versión o, más bien, demostrar que no es una más de las tantas promesas perdidas del fútbol mundial. Relanzar su carrera es, quizás, el concepto que define la premisa del delantero en su arribo a Rancagua.
La historia de Bulos ha sido difícil. En 2010, con sólo 17 años y luego de ser elegido por la Federación Peruana como el mejor jugador del torneo de divisiones inferiores, defendiendo la camiseta del Club Regatas, estuvo a una firma de llegar a Alianza Lima. La negociación no prosperó, pero desde entonces su nombre dejó de ser desconocido en el medio incaico.
En 2011, finalmente da el salto y se incorpora al plantel de Sporting Cristal, donde, pese a sus buenas actuaciones con la reserva, nunca obtuvo una oportunidad en el primer equipo, dirigido entonces por Francisco Melgar. Allí permaneció poco menos de un año y, según versiones de la prensa peruana de la época, su principal escollo para actuar en la máxima categoría no era su entrenador, si no que la dirigencia, ya que parte de la cúpula directiva del club no habría confiado en él. Sin embargo, en 2012, a pesar de su escasa actividad, el Standard Lieja, de Bélgica, apostó por Bulos y lo compró en 200 mil dólares. Una vez en Europa, comenzó la pesadilla.
Todavía no conocía a todo el plantel de su nuevo equipo cuando la directiva decidió enviarlo a préstamo. Su destino sería el Sint-Truidense, de la segunda división belga, donde, en su estreno, anotó tres goles. Todos felices y esperanzados. El goleador había aparecido. A la semana siguiente, sin embargo, en una práctica, se fracturó un dedo de un pie lo que, inicialmente, lo tendría siete meses sin jugar. Su condición de goleador y capitán de la selección peruana Sub 20, sin embargo, lo motivó a acelerar su terapia con sesiones especiales de entrenamiento. Volvió en cuatro meses para disputar el Sudamericano 2013 de la categoría en Argentina. La sobrecarga física de la recuperación, no obstante, le generó una pubalgia que le impidió hacer valer su condición de figura del equipo de Daniel Ahmed.
De vuelta a su club, alcanzó a disputar dos partidos antes de volver a lesionarse. Se fracturó una vértebra y desapareció por completo del mapa futbolístico. “En algún momento perdí la motivación por jugar. Ni siquiera pensaba en eso. Me tocó estar muchas veces más en recuperación que entrenando con mis compañeros. En algún momento estaba lejos de mi realidad seguir jugando al fútbol”, expresa el ariete a La Tercera. “Mi cuerpo no respondía y seguía cayendo una y otra vez en las lesiones. En algún momento sentí que ya no había forma de seguir adelante con mi carrera”, explica.
“Paso a paso”
La lesión vertebral lo tuvo un año lejos de la actividad, con seis meses de reposo total incluidos. En enero de 2015, una nueva oportunidad; Deportivo Municipal le abrió las puertas y desde ahí relanzó su carrera. “Fui paso a paso, sin ponerme ningún objetivo o meta y creo que, sin presiones, las cosas se fueron dando. Pude volver a jugar, me sentí bien y así pude reencantarme con esto y volver a volcarme de lleno al fútbol”, narra.
Los nueve goles que anotó en 23 encuentros con Municipal, donde volvió a ser dirigido por Melgar, le valieron volver a posicionarse como uno de los jugadores más destacados de la liga peruana. Su nivel sobresalió al punto que, en agosto pasado, Ricardo Gareca lo convocó a la selección adulta para los amistosos contra Estados Unidos y Colombia. “Encontré el buen rendimiento. Me tocó vivir situaciones feas, pero que finalmente me sirvieron para aprender. Pasé momentos malos, pero aprendí a ver el lado bueno de las cosas y al final siempre las conclusiones son positivas. Con esa mentalidad volví a jugar bien y las cosas empezaron a resultar”, dice.
Hoy, sólo tiene cabeza para O’Higgins, hasta donde llegó “buscando una oportunidad para reencontrarme con mi mejor rendimiento”. Asegura que evaluó “las opciones que tenía junto a la gente que me representa y O’Higgins es el lugar ideal para seguir creciendo”. Además, expresa: “mi historia y la de este club se parecen. Sé dónde estoy, sé que este es un equipo en crecimiento. Espero que la relación sea fructífera. Me he sentido muy cómodo en mis primeros días en el club. No tengo ninguna molestia y sólo hace falta que me ponga al mismo nivel físico que mis compañeros. Sólo quiero empezar a jugar”, culmina la joya peruana que buscará enterrar, de manera definitiva, su desafortunado pasado.
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