Histórico

Jefe talibán en Pakistán jura venganza por ataque de EEUU

Rodeado de combatientes armados, el nuevo líder del Talibán paquistaní estaba sentado sobre una manta azul, amigable y relajado mientras contaba chistes y lanzaba amenazas de venganza por las incursiones aéreas estadounidenses.

Un día después, un agresor suicida atacó una oficina de las Naciones Unidas en Islamabad.

Hakimula Mesud se reunió el domingo con los periodistas por primera vez desde que obtuvo el control del grupo miliciano, acallando conjeturas de que había sido eliminado por rivales después del asesinato de su predecesor el 5 de agosto en el ataque de un artefacto no tripulado estadounidense.

En cuanto a la relación de su grupo con Al-Qaeda, la calificó como de "amor y afecto". Se cree que Osama bin Laden y otros líderes del grupo terrorista se ocultan en la región fronteriza con Afganistán, posiblemente en el territorio controlado por Hakimula.

El jefe miliciano juró que se vengará de Estados Unidos y Pakistán por los ataques mortíferos a sus aliados y dijo que sus combatientes repelerán una anunciada ofensiva paquistaní contra su bastión.

Hakimula hizo su amenaza de venganza horas antes de que un atacante suicida disfrazado de guardia de seguridad matara el lunes a cinco personas en una oficina de la ONU en Islamabad. No hubo atribución inmediata de responsabilidad por el ataque, pero las autoridades culparon a los milicianos islamistas.

Desafiando las declaraciones del ministro paquistaní del Interior, Reman Malik -quien ha señalado que Hakimula y posiblemente su lugarteniente habían sido asesinados en una lucha por la sucesión de Baitula Mesud tras la muerte de éste por el ataque aéreo-, el nuevo líder se presentó ante los periodistas con un hablar pausado y sentado bajo un árbol rodeado de comandantes talibanes, entre ellos Waliur Reman, en una demostración de unidad en Waziristán del Sur.

También estaba presente Qari Hussain, jefe de la facción de atacantes suicidas talibanes y un portavoz, Azam Tariq.

Con una túnica blanca, limpia y recién planchada, Hakimula no parecía ser un prófugo nervioso que se ocultaba de los soldados de Pakistán ni de los cohetes no tripulados de los estadounidenses.

Pasó más de siete horas conversando cómodamente y comiendo con los periodistas. Le trajeron dos cabras que fueron sacrificadas para el almuerzo.

En un momento dado, abrió una computadora portátil y les mostró a sus invitados a un comediante afgano que imitaba a los combatientes islamistas, y también exhibió un video sobre el testimonio de un atacante suicida en una grabación hecha antes de su inmolación.

"Aquí estamos todos sentados frente a ustedes, lo cual demuestra que todas las noticias sobre mí... eran totalmente infundadas y falsas", declaró.

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