Julio Burdman: "Este conflicto se convirtió en sinónimo de política en Argentina"
<p>El analista político conversó con La Tercera.com sobre las implicancias del conflicto que puso en jaque al gobierno transandino.</p>

Justo cuando el conflicto entre el gobierno argentino y el sector agropecuario cumple su jornada número 100, la compleja situación comienza a dar algunas luces sobre su futuro.
Mientras los referentes de las entidades rurales confirmaron que se reunirán esta tarde para definir los próximos pasos, el gobierno se alista para el masivo acto convocado en apoyo a la Presidenta Cristina Fernández, quien ha visto cómo desde fines de marzo su mandato ha comenzado a girar sobre un único asunto: la polémica alza del impuesto de los granos.
El connotado periodista y analista político argentino, Julio Burdman, conversó con La Tercera.com sobre las implicancias del conflicto que puso en jaque al gobierno.
¿Cuál es su evaluación sobre la situación actual?, ¿cuál cree que puede ser una salida del conflicto?
Hay dos lenguajes desencontrados: los Kirchner piensan políticamente, creen que defender la decisión es vital, y que discutir las retenciones es cuestionar la totalidad del modelo económico. Los productores agropecuarios, en general, defienden razonablemente sus intereses económicos. Pero habiendo pasado tantos días, y con la acumulación de tensiones, el conflicto se complejizó y polarizó más allá de lo esperado. La oposición política se encolumnó detrás del agro. Los productores agropecuarios, gracias a los errores cometidos por los Kirchner, se sienten ganadores ante la opinión pública, y el gobierno "quemó los puentes" al asignar por adelantado los fondos que se recaudarían con estas retenciones extraordinarias a las exportaciones de soja. Ninguno se siente en posición de ceder.
En principio, es imposible lograr un equilibrio si ninguna de ambas partes aceptan ciertas pérdidas. Por ejemplo, un tratamiento de las retenciones que discrimine positivamente a los pequeños productores. Por eso, aunque creo que la decisión del kirchnerismo de someter las retenciones a la deliberación del Congreso es para legitimar su posición, no descarto que sea una forma de transferir al Congreso el mecanismo de negociación, dejando a los legisladores la tarea de encontrar un punto medio entre las posiciones enfrentadas.
El conflicto está a punto de cumplir 100 días, por lo que la llamada "luna de miel" del gobierno de Fernández fue bastante corta, ¿cree que esto tenga relación con un problema de liderazgo por parte de la Mandataria?
Este conflicto se ha convertido en sinónimo de política en Argentina: hace 100 días que todo pasa por allí. Todos los temas se entrecruzan: la inflación, el estilo presidencial, el nuevo rol del campo, el confuso lugar de Néstor Kirchner, la crisis de las instituciones, el federalismo, las tendencias anárquicas de la sociedad en las calles -un remanente de 2001. Es difícil, en este prisma, identificar un problema único. Es de destacar, sin embargo, que las encuestas muestran una mayor caída de imagen para Cristina Kirchner que para su esposo Néstor. Esto indica, probablemente, un sesgo de género.
En este mismo sentido, el largo conflicto ha generado desabastecimiento y una creciente tensión política en el país, ¿es posible hablar de una inestabilidad política ya instalada?
Prefiero hablar de una cultura política turbulenta, de una gran pirotecnia verbal, de una incapacidad institucional manifiesta para dirimir intereses -que puede llegar a ser, como en este caso, muy costosa para el conjunto de la sociedad-, y no de inestabilidad política. Analizada en perspectiva, la política no muestra señales tan inestables: el oficialismo sigue siendo respaldado por una coalición amplia, la economía sigue creciendo, las instituciones aprenden a funcionar. Argentina tiene una historia de inestabilidad política y ello predispone a la incertidumbre, pero no hay a la vista indicadores graves de fragilidad de gobierno. Preocupa, más bien, los desgastes a los que se somete el sistema frente a cuestiones que en otros países se resuelven más eficazmente.
Por último, esta misma inestabilidad afectará la inversión extranjera, ¿cree que esto tenga repercusiones a nivel político a largo plazo?
Las señales a la inversión son, desde hace tiempo, negativas, porque Argentina ofrece altas tasas de rentabilidad en muchos sectores pero riesgos reales que la desalientan. En la cadena agroindustrial, la desconfianza es grande. El problema de corto plazo sería que una caída en la producción o comercialización de cereales tenga consecuencias fiscales. En el largo plazo, la administración de Cristina Kirchner asume con la necesidad de ampliar sus fuentes de financiamiento externo para 2009 o 2010, y esta crisis no ayuda.
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