Histórico

La banca intervenida en Islandia

En junio de 2008, Islandia era el país con mejor calidad de vida. En noviembre, la inflación se elevó al 15% y los bancos fueron intervenidos por el Estado ¿Qué ocurrió?

Hace sólo un par de años Islandia era el mejor país para vivir en términos de calidad de vida, según el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), el mismo que situaba a Chile en la ubicación 40. Este país del norte de Europa era un verdadero paraíso. Sin embargo, la crisis golpeó la puerta y ya nada fue como antes: las turbulencias originadas en Estados Unidos y expandidas al resto del orbe devastaron el sistema financiero local.
Las cifras islandesas eran casi perfectas. Los 300.000 habitantes tienen una expectativa de vida de 82 años; los niveles de escolaridad son altísimos; la tasa de desempleo fluctuaba entre el 1 y el 1,5%, mientras que el ingreso per cápita superaba los 35 mil dólares.

Si bien era muy difícil imaginar que la crisis financiera tomara como víctima a este país, en sólo cinco meses de 2008 todo cambió. El Producto Interno Bruto acumuló una caída del 9,6%, mientras que el consumo de las familias experimentó una contracción cercana al 25%. La inversión decreció en un 34% y la inflación se elevó desde el 5 hasta el 15%.
 
El golpe fue tan fuerte que el gobierno en pleno tuvo que renunciar con el fin de restablecer la confianza y reencauzar la economía hacia una senda de crecimiento estable.

EL POR QUE DE LA DEBACLE
La estabilidad de la corona, la moneda islandesa, incentivó el endeudamiento de las instituciones financieras en el exterior, exponiendo sus balances a un eventual descalce que no estaba en los pronósticos de nadie en el corto plazo.

En ese contexto llegó la crisis financiera mundial que comenzó a afectar la liquidez del sistema bancario local. Esto porque los bancos extranjeros, sin recursos y temerosos de seguir prestando, ya no les ofrecían fondos como antes.

Esto se sumó a las intervenciones cambiarias del Banco Central de Islandia que pretendían evitar el desplome de su moneda frente al euro. Sin embargo, estas intervenciones fueron de tal magnitud que no fue posible seguir implementándolas, lo que llevó a que la corona se debilitara fuertemente, alimentando las presiones inflacionarias.

A fin de defender su moneda, el Banco Central subió la tasa de interés, al tiempo que suspendió por varios días las transacciones de acciones de algunas instituciones financieras que enfrentaban problemas de liquidez. Esto para evitar reacciones negativas en los precios de los activos.

El alza en la tasa de interés se sumó a las previas que había implementado el instituto emisor islandés como forma de frenar la alta inflación que se presentaba, claramente desalineada de la meta de 2,5% que se había instaurado desde 2001.

FMI AL RESCATE
Este escenario macroeconómico profundizó la crisis financiera local. Los bancos más grandes del país fueron intervenidos por el Estado y el Fondo Monetario Internacional (FMI) comenzó a asistir a las autoridades desde fines de 2008. El organismo internacional diseñó un plan de rescate y préstamos para estabilizar el sistema de pagos y el régimen cambiario.
 
Específicamente, el 19 de noviembre de 2008 el Comité Ejecutivo del FMI aprobó lo que se denomina un Stand-By Agreement (SBA) para Islandia, que funciona al alero del programa denominado Mecanismo de Financiamiento de Emergencia (EFM) por un monto de 2.100 millones de dólares.

Es claro que ni un país de desempeño impecable como Islandia pudo quedar inmune a la crisis. La crisis se había difundido y el contagio mundial fue evidente.
La delicada situación económica arrastró además a muchos países hacia una condición de recesión, como es el caso del mismo Japón, Suecia, Italia, Estados Unidos, el Reino Unido, Holanda y Suiza, sólo por nombrar algunos de los países desarrollados que fueron fuertemente impactados por la crisis.

Para enfrentar este escenario las autoridades reaccionaron rápidamente. En general, los paquetes de estímulos fiscales están orientados a comprar los activos tóxicos de las instituciones financieras, lo que busca generar liquidez en el sistema bancario.

Por oposición, la crisis ha alejado el fantasma inflacionario, lo que ha posibilitado que los bancos centrales implementen sustantivas bajas de las tasas de interés, a fin de impulsar el crédito y reactivar los sectores más alicaídos de las diferentes economías nacionales.

Aun hoy es muy difícil cuantificar los efectos de esta crisis, y todavía es pronto para verificar la eficacia de las políticas adoptadas por las autoridades fiscales y monetarias. Lo claro es que fueron muchos los países que lo pasaron muy mal y sólo esperan que las medidas sean efectivas y ayuden a una total recuperación de los mercados.

EXTRACTO DE LA CLASE: ORIGEN Y LECCIONES DE UNA CRISIS
Hacia mediados de 2007, lo que pareció un "pequeño" problema con los créditos subprime se convirtió a poco andar en una gran crisis que afectó a casi todos los países. Un año después la falta de liquidez motivó la quiebra del tradicional banco Lehman Brothers, sembrando el pánico en los mercados mundiales. Era el comienzo de la crisis en serio.

Probablemente el factor determinante de esta crisis fue el deterioro en la disciplina de otorgamiento de créditos, sumado a que un exceso de demanda de activos donde invertir llevó a los mercados a generar documentos estructurados que no tenían un mercado secundario donde observar su precio día a día.

Como estos instrumentos mostraron un precio menor que aquellos que tenían un análisis de riesgo más riguroso, se produjo un problema de liquidez en los bancos. Esto se tradujo en alzas en las tasas de interés de los préstamos interbancarios, originada en la imposibilidad de vender estos productos. Pronto, esta realidad afectó el flujo de fondos a nivel de todo el sistema.

Ante este escenario de falta de liquidez tuvo que actuar la Reserva Federal de Estados Unidos, así como otros bancos centrales en el mundo, lo que puso en evidencia que la crisis no sería acotada.

La baja en la credibilidad del sistema y los continuos eventos de intervención monetaria llevaron a que las personas y empresas empezaran a actuar con cautela en sus gastos e inversiones, generando un efecto "bola de nieve".

Simultáneamente se produjo un exceso de oferta en el sector inmobiliario. La gran caída en los precios incentivó a que muchos de los deudores habitacionales que aún seguían pagando su hipoteca prefirieran devolver sus casas a los bancos, al estar cancelando créditos muy caros por viviendas cuyos precios habían caído fuertemente.
 
Como un efecto dominó, el golpe se reflejó también en la generación de empleos. Este incremento de la tasa de desempleo presionó las arcas fiscales en busca de mayor asistencia social.
 
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