La "Bruja" Verón extiende la leyenda "Pincharrata" en la Copa
Juan Sebastián levantó anoche la Libertadores, al igual que su padre, Juan Ramón, tricampeón de América con Estudiantes entre 1968 y 1970.
Carlos Chandía pitó el final en el inmenso Morumbí y Juan Sebastián Verón se arrodilló para llorar. Como un niño. Como un hincha. Porque nadie mejor que él representa a este Estudiantes de La Plata, el nuevo-viejo monarca de la Copa Santander Libertadores. Porque la "Bruja" conoce como nadie al club, lo vivió de niño cuando le contaban las historias de su padre, Juan Ramón, que en el viejo estadio platense apilaba rivales por la izquierda.
"Si ven una 'Bruja' montada en una escoba, ése es Verón, Verón, Verón está de moda", decía el canto que enarbolaban los hinchas "pincharratas" en el último lustro de la década del 60 y el primero del 70, cuando papá Verón logró tres Libertadores (del '68 al '70) y una Intercontinental.
Fue una revolución en Argentina y la aparición de la escuela de Estudiantes.
39 años después
A Juan Sebastián le contaron todo eso, porque nació el 9 de marzo de 1975 y no alcanzó a gozar el período de gloria. Aunque igual lo llevó desde niño cuando su padre era entrenador de los albirrojos (inferiores y primera). Pero a él le tocó la época mala, cuando se fue al descenso y ascendió al año siguiente (1995).
Después empezó su largo recorrido, que arrancó en Boca y siguió con un largo período por Europa.
Pero siempre dijo que volvería a Estudiantes, aunque no quería que fuera sólo para el retiro. Quería aportar, ser campeón y después ser presidente. Nadie le creyó.
Hasta que en 2006 pegó la vuelta y se puso la cinta de capitán, la camiseta 11 de su padre y hasta se dio el gusto de ganar el Torneo Apertura argentino. Pero quería más.
En el nombre del padre
Su sueño era lograr una Santander Libertadores como su padre, para entrar en la leyenda como los Palinha, quienes habían sido campeones en 1976 y 1997 con Cruzeiro (el hijo también logró el título con Sao Paulo en 1992 y 1993).
En 2008 estuvo cerca de alcanzar un torneo internacional, cuando perdió la final de la Sudamericana ante Inter en Porto Alegre.
Pero tuvo su revancha en Brasil. Y era complicado. El 0-0 en La Plata no ayudaba mucho. Encima, a los 52' perdían 1-0, pero Gastón Fernández y Mauro Boselli lo llevaron a la gloria ante el silencio de un estadio que no podía creerlo. Mientras él lloraba antes de levantar la copa. Igual que su padre... para continuar la leyenda de los Verón y de Estudiantes.
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