La nueva expresión de la rebeldía adolescente
Atrás quedó la época de los pokemones, los rockeros, los lanas de los 80 y los hippies de los 60. Los adolescentes de hoy se siguen rebelando, pero de forma más sutil e individual: no les interesa el sacrificio, adhieren a campañas de voluntariado y prefieren las causas perdidas.

Ya no son los peinados de extraños colores, la estética prestada de los "otakus", los "emos" o los antiguos "punks". Mucho menos las añejas ideologías de los años 80, ni tampoco las tribus urbanas tradicionales, esas que comenzaron a "no estar ni ahí" en la década de los 90. La última de las tribus rebeldes que causó impacto en el país, los pokemones, se esfumó tan rápido como apareció hace cosa de un año. Atrás quedaron los "ponceos" y los carretes diurnos. Tras su paso solo quedó un halo de reggaeton en el ambiente.
Hoy su lugar es ocupado por una tribu que se conoce como "los alternativos", que rechazan las diferencias entre géneros, escuchan pop, idolatran a Lady Gaga y hacen del baile toda una experiencia grupal, casi coreográfica. Pero lo cierto es que desde el punto de vista sicológico, los expertos explican que la rebeldía adolescente es un elemento necesario para la construcción de la identidad, pero su expresión llega a variar notoriamente de una generación a otra. Y, en esos términos, la rebelión de la juventud actual se caracteriza por no adherir a grandes movimientos, sino por manifestaciones individuales en contra de sus padres y del sistema.
Los sociólogos que estudian las culturas juveniles dicen que más que adherir a ideologías o seguir estilos bien definidos, los adolescentes de hoy siguen múltiples modas y tendencias, son menos "luchadores" que los jóvenes de otras épocas, adhieren a causas específicas y critican al sistema de formas no tan evidentes. Para ellos, la rebeldía se expresa de formas tan diversas como la sexualidad, el consumo de alcohol, o participando en campañas de voluntariado.
Diversos procesos que han tomado forma durante las últimas décadas ayudan a entender el fenómeno: el culto al narcisismo que posibilita internet, los estilos paternos sobreprotectores y la caída sostenida en la capacidad para empatizar de los jóvenes son algunos de ellos. Un estudio de la U. de Michigan, por ejemplo, mostró que la capacidad para empatizar con el otro ha caído en 40% desde el año 1979. Esto implica que a las generaciones nacidas a partir de la década de los 80 no sólo les cuesta ponerse en el lugar del otro, sino que se muestran más individualistas y narcisistas que ninguna otra generación en la historia.
EL FIN DE LAS REVOLUCIONES
Una de las principales características que diferencian a los adolescentes de hoy con los de décadas pasadas es que los grandes movimientos de masas y las luchas no los identifican como a sus padres. Ana Cárdenas, socióloga de la UDP experta en jóvenes, dice que ya no buscan construir a partir de revoluciones como en el pasado, sino que lo hacen a partir de la automarginación. Es así que llegaron a surgir movimientos como las tribus urbanas y otros más extremos como los okupa o los veganos, que a través de "micromundos" contestatarios pretenden establecer un orden social distinto, diferenciarse del mundo adulto.
En el caso de los movimientos juveniles, por ejemplo, estos pasaron de centrarse en fundamentos políticos entre los años 60 y 80 a las tribus urbanas de los 90. Los hippies, los lanas, los artesas y los jóvenes "urbano populares" que imperaron antes de la llegada de la democracia en nuestro país, cedieron su lugar a grupos bien definidos que se centraban en la estética en lugar de la ideología. Y si bien en un comienzo eran muy diferenciadas -como los metaleros, punks o hip-hoperos-, a partir del milenio comienzan un fuerte proceso de mezcla e hibridación. Fue así que surgieron grupos como los pokemones, que tomaban elementos del rock y del animé japonés en su identidad.
Pero como toda moda, la "pokemona" terminó de extinguirse en 2009. Hoy la tribu emergente más fuerte son los denominados "alternativos" que, en lugar de centrarse en peinados y maquillaje como sus predecesores, cuestionan lo femenino y masculino, llegando a explorar los límites de su sexualidad, según explica Raúl Zarzuri, sociólogo del Centro de Estudios Socioculturales experto en culturas juveniles.
La académica de la Escuela de Sicología de la UDP Daniela Carrasco explica que esto también es una respuesta rebelde, ya que la sociedad tiende a absorber a las tribus, a homogeneizarlas. "La misma cultura se va tragando los collares, las flores, las chaquetas de cuero y las chasquillas sobre los ojos. Es ahí cuando todo lo original que caracterizó a la tribu se termina convirtiendo en una moda", señala. Agrega que el resultado es que los "pelos verdes" ya no impactan y los jóvenes buscan nuevas expresiones para separarse y afirmar su identidad.
NUEVAS VÍAS DE REBELIÓN
Angeles Alvarez, socióloga de Criteria Research, agrega que otro factor que incide en los jóvenes de hoy es que no están dispuestos a trazar su camino identitario con parámetros externos -como ocurría en la época de las ideologías-, lo que tiene un fuerte impacto en la forma con que se relacionan en la sociedad. "Un joven de hoy no está dispuesto a hacer algo que no le gusta. Quiere y exige coherencia interna", explica la experta. Es por esto que no adhieren a ideologías tradicionales, y es por eso también que no están dispuestos a pasar años en una carrera o un trabajo que no les gusta, como han hecho sus abuelos y sus padres.
En este contexto, coinciden los especialistas, los jóvenes buscan nuevas formas de rebelarse, desechando las vías tradicionales. Un ejemplo es la política. Las cifras de participación juvenil señalan que hace 20 años los jóvenes que votaban representaban el 25% de los inscritos en los Registros Electorales, cifra que en esta década cayó al 7%. "Esto también es una forma de rebelarse contra el sistema. Los jóvenes en las encuestas afirman que no les interesa la política. No es solo apatía, hay una racionalidad en eso", dice Zarzuri.
Stephanie Alenda, jefa de la carrera de sociología de la Unab, destaca el hecho de que muchos están buscando participación a través de opciones como el voluntariado. Un estudio realizado por el Centro de Investigación Social de Un Techo para Chile, entre 2006 y 2008, reveló que el 42,7% de los estudiantes universitarios de Valparaíso, Santiago y Concepción había participado en alguna organización, ya sea como voluntario o en actividades específicas. "También es una forma de criticar. Si en las altas esferas la cosa para ellos no funciona, buscan hacer algo desde abajo", agrega Raúl Zarzuri.
Pero la rebeldía también se puede ver a través de otras expresiones, como el fuerte narcisismo y el consumo de alcohol. En el primer caso, los adolescentes construyen un "yo" diferente a través de las redes sociales. Un estudio de la Consultora Divergente dice que el 75,1% de los jóvenes posee cuenta en Facebook y el 16,9% está en Twitter, sitios donde expresan sus ideas, intercambian fotos de sí mismos y afirman sus egos lejos de las miradas de los adultos. Respecto del alcohol, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), dado a conocer en 2009, revela que Chile se encuentra entre los cuatro países con mayor consumo de alcohol adolescente en el mundo. El 25,9% de los adolescentes chilenos responde afirmativamente cuando se les pregunta si se han emborrachado en más de una oportunidad.
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