Según el escritor chileno Luis Sepúlveda, reciente ganador del premio Primavera de Novela, no existe una gran diferencia entre el exilio político y el exilio económico, si se piensa que, en ambos casos, se sale del país propio para sobrevivir.

"El que se va lo hace para buscar la oportunidad donde se esté desarrollando la vida, no sólo para salvar la propia libertad, sino también para salvar la vida de los que dependen de ti, porque tienen que comer, tienen que educarse. Hay que pagar las deudas", ha dicho el narrador nacido en Ovalle en 1949.

Sepúlveda, autor de una treintena de libros, ha cerrado en Barcelona la gira promocional de su novela La sombra de lo que fuimos, con la que se hizo merecedor en febrero del galardón entregado por Espasa Calpe y Ambito Cultural.

El libro elude el tono dramático y se vale de toques de humor, ironía y tonos coloquiales para describir una historia sobre las huellas del exilio, el desarraigo que produce y los sueños rotos e ideales truncados, como ha comentado el escritor.

Sepúlveda ha manifestado que la obtención del premio ha sido muy agradable para él, pero ha señalado que es "un tigre que tiene muy claro cuántas rayas tiene en el cuerpo, y una más o una menos no me cambia ni dice nada".

Sepúlveda, quien se enorgullece de haber formado parte de la guardia personal de Salvador Allende, reúne en La sombra de lo que fuimos a cuatro antiguos militantes de izquierdas que vieron truncada su lucha con el ascenso al poder de Pinochet, y que luego del exilio se reencuentran para "ejecutar una temeraria acción revolucionaria".

Aunque el relato ha surgido "casi como una anécdota", según ha dicho, no es nada parecido a una búsqueda personal, una actividad introspectiva que prefiere dejar "para cuando llegue el tiempo de ir a un psiquiatra".

Sepúlveda escribe, ha dicho, "simplemente por el enorme placer de escribir y luego porque entiendo que tengo historias que contar, me gusta mucho contar historias".