Manifiesto: Tomás Olivera, chef
Conocido por su participación en Masterchef (C13), Olivera repasa en la sección Manifiesto su vínculo con la cocina, las tensiones familiares que ha vivido por ser distinto, además de criticar la Ley de Pesca por su incidencia en la gastronomía nacional.
La cocina es el único amor a primera vista que he tenido. Al salir del colegio trabajé lavando platos y ahí descubrí que esa era mi vocación. Me había ido mal en la prueba de aptitud y un amigo me ofreció esa pega. Lo encontraba entretenido y me iban a pagar bien. Cuando entré a la cocina rallé la papa. Poco a poco me fui acercando, nunca antes pensé en eso como una opción profesional. Empecé lavando papas y molestando mucho a los chefs para poder aprender.
No cuajo en ningún lado, soy un bicho raro. He estado en un par de asociaciones gastronómicas y siempre me voy de ellas con mucha frustración. Me cuesta militar en lo que sea, nunca me acerqué a partidos políticos. Soy bien independiente para todo.
En mi familia todos son anticolocolinos acérrimos y yo soy hincha de Colo-Colo. Viví toda mi vida en Valparaíso, tengo muchos recuerdos de mi infancia en la casa de mi abuela en el Cerro Barón. Lo que pasa es que en mi familia, ser de Santiago Wanderers implicaba un sentimiento anti Colo-Colo. Y como siempre he sido muy rebelde para mis cosas, eso me acercó al club. Iba a Playa Ancha con mi bandera del Colo, pero no me importaba, era divertido.
En la gastronomía chilena hay un gran vacío a partir de la dictadura militar. Con el toque de queda la gente no podía salir a comer, salvo a la hora de almuerzo. Eso implicaba que existieran los mismos cuatro locales de siempre y nada más. No había variedad de conceptos. La cocina chilena siguió existiendo en las casas, en las caletas, pero fuera de ellas había poca vida. La modernización de nuestro rubro parte cuando llega la democracia.
Mi mamá es de ultraderecha y discutimos mucho. No siempre en buenos términos. Aborrecía el gobierno de Pinochet, y claro, teníamos que discutir. Yo era un adolescente medio rebelde y ella me decía que no sabía nada, porque no había vivido la época de la UP. Ahí empezábamos una ola de descalificaciones con argumentos absurdos y muy pobres.
En el liceo era bien desordenado. Tenía un profesor que en tercero medio simplemente no me dejaba entrar a sus clases porque hinchaba demasiado las pelotas. Era muy conversador, bueno para la talla. De todas maneras guardo buenos recuerdos, porque estudié en un colegio que formaba personas y no alumnos con buenas notas.
Una vez llevé a mi mamá a mi trabajo y a los tres minutos me pidió salir porque le estaba matando la imagen que tenía de mí. El nivel de estrés que se vive es muy alto, pero no me hago problemas, porque me encanta lo que hago. Adentro soy muy brusco, una vez rompí un celular contra la pared de pura rabia. La cocina es muy competitiva, todos quieren destacar, porque sabes que eso te lleva a ir avanzando.
El gran problema de la industria gastronómica chilena tiene que ver con la Ley de Pesca. No puedo creer que hayan sacado a dos fiscales del caso cuando ya se sabe que varios políticos fueron pagados para meter artículos que les convenían a las empresas. No hay ética ni conciencia. No puede ser que en un país con tanto mar nos estemos quedando sin pescados. No puede ser que haya que pagar siete mil pesos por el kilo de reineta, es absurdo.
En el 2012 me dio un infarto, tenía tapadas las arterias. Estaba con 15 kilos de más, tomaba como cosaco y tenía pésimos hábitos de vida. Además, contaba con antecedentes de la familia, por lo que era algo esperable. Fue una experiencia que me cambió la vida. Ahora valoro mucho más las cosas, el entorno, lo que hago. Aprendí a bajar un poco los cambios, a mirar al lado. Antes no disfrutaba sentarme a conversar. Sigo igual de trabajólico, pero me tomo mis tiempos.
Los carretes son bastante menos hardcore de lo que eran antes. En nuestra juventud podía partir un asado a las dos de la tarde y terminar el día siguiente a las siete de la mañana, dándole a la piscola y al vodka. Ahora soy un niño de pecho. Ahora, con un grupo de amigos tenemos una banda, nada muy pretencioso, pero que sirve para justificar los instrumentos que cada uno ha ido comprando.
Lo Último
Diputado Barrera sufre un infarto: se encuentra hospitalizado pero estable
Lo más leído
1.
2.
4.