Histórico

Michèlle Belau: El color de la moda peruana

<img height="15" alt="" width="50" border="0" src="http://static.latercera.cl/200811/193770.jpg " />Lucía Cavero Belaúnde, directora creativa de la marca pasó por Chile e inauguró la primera boutique fuera de Perú.

Michèlle Belau no existe. Hasta donde se sabe, no ha nacido una persona que así se llame. A Lucía Cavero Belaúnde (37) se le ocurrió ponerle este nombre a su marca de ropa, porque tiene una parte suya y otra de su marido, Farid Makhlouf. "Nos enamoramos cuando hice la práctica en la industria textil que era de su familia. Por eso, cuando quisimos lanzar una empresa juntos, buscamos un nombre que tuviera que ver con los dos. Michelle es el segundo nombre de mi esposo y también el primero de mi hijo mayor, que tiene 10 años, los mismos que este 2009 cumple la marca Michèlle Belau", cuenta mientras está de paso por Chile para inaugurar en Vitacura su primera boutique fuera de Perú.

El nombre Michelle no lleva tilde. Pero Lucía quiso ponérsela, y al revés, para darle un aire francés a la marca. A ella le fascina París y, por eso, trata de llevar a sus diseños algo del romanticismo vintage que tiene la ciudad Luz. "Para mí, lo francés es sinónimo de orden y de estética, además de moda y belleza. Si existe la reencarnación, tal vez viví allá", dice.

El "apellido" de la marca, como es de suponer, es una suerte de diminutivo del suyo, Belaúnde, que es de origen vasco. Pero ¿por qué Belau y no directamente Belaúnde?

Las razones están insertas en la historia de Perú. Lucía es sobrina directa de Fernando Belaúnde Terry, arquitecto que vivió su infancia en el exilio y fue presidente de su país de 1963 a 1968, y también entre 1980 y 1985. Belaúnde estuvo cerca de ganar las elecciones en 1962; su contrincante triunfó por tan poco que las sospechas de fraude provocaron un golpe de Estado. Al año siguiente, obtuvo la victoria gracias a una coalición de demócrata cristianos y el Partido Comunista. El año 68 fue derrocado por un golpe militar izquierdista. A su segundo mandato llegó después de 12 años de gobierno militar. Enfrentó una declaración de guerra por parte del grupo armado Sendero Luminoso. Para contrarrestar este movimiento terrorista, envió a las fuerzas armadas a combatir a los subversivos, y en el camino cobró muchas vidas. Pero el gobierno arrojó a la basura, frente a las cámaras de televisión, los informes sobre violaciones a los derechos humanos que emitía Amnistía Internacional.

Como se ve, se trata de un apellido marcado por la controversia. Y Lucía no tenía interés alguno en que su marca se tiñiera con tinta política de ningún color.

LA CONQUISTA
El local que Lucía y su marido inauguraron en la calle Manquehue es una réplica de la boutique que abrieron el año pasado en el sector de Miraflores, en Lima: cielos altos, una "alfombra" de baldosas, una gran lámpara de lágrimas, muebles clásicos y un discreto aroma a vainilla. "Trajimos hasta la puerta y la lámpara desde Perú", cuenta. "Nuestra idea es recuperar el placer de comprar y, por eso, nos preocupamos hasta del más mínimo detalle. Hay mesas para que los niños se pinten mientras su mamá compra y timbres en los probadores, para que las clientas no tengan que salir para pedir un pantalón de una talla más grande".

No se trata, en rigor, de la primera incursión comercial de esta marca de semi lujo o smart luxury en nuestro país. Desde hace cinco años, Michèlle Belau tiene corners en tiendas Ripley seleccionadas, donde ha dado a conocer de a poco y sin publicidad el concepto de su propuesta: ropa adulta de precio medio-alto, con insumos europeos y diseños exclusivos. El próximo paso será entrar en los malls y continuar con las franquicias que está impulsando en latinoamerica.

-Esta expansión coincide con la llegada de varias marcas peruanas a Chile, como las platerías Ilaria y El Tupo.

-Perú es un país que ha sido muy golpeado y, por eso, somos grandes luchadores. En los últimos diez años nuestra economía ha crecido mucho y el país nos está empezando a quedar chico. Pero no hemos venido a conquistar un mercado, sino a la mujer. No quiero que la gente diga ¡Wow, qué ropa!; quiero que comente lo bien que se ven mis clientas. Mi idea es lograr que brille la mujer, no lo que lleva puesto.

-¿Y cuáles son sus armas de conquista?

-Me fijo en las tendencias y me guío por ellas, pero para mí la premisa es la belleza. La moda dark, por ejemplo, me parece sórdida, entonces no aposté por eso, sino por el estilo más romántico, que es lo mío. También me preocupo del fitting; es vital que las prendas no sólo sea vean bien en los maniquíes, sino también sobre cuerpos reales. Además, me gusta la versatilidad. Mi ropa no es de oficina, pero sirve para ir a trabajar y, después, salir a comer. Y tiene mucho color, porque le da luz a la cara. La gente es más bonita en colores que en blanco y negro.

-Las telas son muy importantes para Michèlle Belau, quizás más que para otras marcas de su categoría.

-Casi todas las telas que utilizamos son europeas, porque tienen mucho trabajo con las texturas. Compramos de los muestrarios, donde hay telas que no llegan a las tiendas; por eso tenemos estampados y texturas inusuales. Además, me preocupo de ofrecer un precio razonable. Si me doy cuenta de que una prenda hecha con una tela sería demasiado cara, no la compro. El lujo no tiene por qué relacionarse con precios altos. Lo lujoso es lo bueno, diferente; no lo inalcanzable.

-¿Ha sido difícil trabajar junto a tu marido?

-Tal vez ha sido más fácil para nosotros que para otras personas, porque nos enamoramos trabajando juntos, entonces es parte de nuestra historia. Además, nos dividimos bien el trabajo. Él administra, supervisa la producción, ve el tema del retail. Yo soy diseñadora profesional, tengo un master en marketing y fui gerente de mercadeo de una gran tienda peruana. Como directora creativa, me preocupo de la ropa y trabajo con un equipo de dos diseñadores.

Con ellos Lucía elabora una sola colección por temporada, pero es tan grande y variada que logra rotar semanalmente, siempre con su característica combinación de lo moderno con lo clásico, de lo atemporal con lo vanguardista.

En estos momentos, cuelgan sobre sus percheros blusas con mangas aglobadas y texturas sedosas; tejidos que salpican color; sobrios pantalones, chaquetas negras, zapatos de tacón. Una mezcla que parece decirnos que para Lucía el invierno no es gris, pero también es gris. ¿Para qué negarlo?.

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