Paco, el hijo de Lucía
Mañana y el viernes, en el festival In-Edit, se exhibe el documental Paco de Lucía: La búsqueda. Dirigido por su hijo, Curro Sánchez, es un fiel retrato al músico fallecido en 2014.
El 25 de febrero de 2014 el mundo enmudeció. Paco de Lucía moría repentinamente en México, a causa de un paro cardiaco. La noticia llegó al día siguiente a través de la prensa mundial. Con 66 años, partía uno de los más grandes guitarristas españoles, hombre de mar que nació y murió junto a él. Tal como lo señala Curro (Francisco) Sánchez, su hijo, en el documental Paco de Lucía: La búsqueda, “Paco murió como vivió, improvisando”.
Paco de Lucía, Paco, el hijo de Lucía, nació en Algeciras en 1947 bajo el nombre de Francisco Sánchez Gómez, en medio de una familia inmersa en la música flamenca. Su talento para la guitarra fue prematuro y aventajado. El padre, Antonio Sánchez, un guitarrista que se ganaba la vida tocando por las noches, tendría un impacto profundo en él: le inculcaría tempranamente, al igual que a sus hermanos, el gusto y la práctica por y para el instrumento. Una relación recíproca que duraría para siempre.
Junto a su hermano, el cantaor Pepe de Lucía, grabaría sus primeros discos, como Los chiquitos de Algeciras, cuando Paco tenía tan sólo doce años. Juntos giraron por EEUU, demostrando un talento fuera de lo común. Para 1969, ya contaba con casi una decena de discos. Ese año, forjaría una entrañable y firme alianza musical y amistad con uno de los más grandes e importantes cantaores de todos los tiempos, Camarón de la Isla. Con él grabaría más de una docena de discos que revolucionarían la música flamenca. Desde ahí, su nombre estaría presente en grabaciones de distintos cantaores y artistas de la más diversa índole, tanto del flamenco como el gran guitarrista Tomatito, e internacionales como Al di Meola y Santana.
A lo largo de su vida recibió numerosos premios y reconocimientos, como el premio Príncipe de Asturias de las Artes 2004, gracias a sus aportes a la música tanto flamenca como mundial. Sin embargo, Paco de Lucía no sólo se destacó por la colaboración con otros artistas, a lo largo de su vida grabó gran cantidad de álbumes solistas. El primero fue La fabulosa guitarra de Paco de Lucía (1967). Siempre destacó su búsqueda por nuevos ritmos y formas de innovar, mezclando instrumentos y cadencias de distintas procedencias. Así mismo, supo reinterpretar piezas de música clásica, de Manuel de Falla o el Concierto de Aranjuez de Rodrigo, e internalizarse en el mundo del jazz y el bossa nova. En 1973 grabó Fuente y caudal, uno de los hitos más importantes en su carrera, pues logró internacionalizar su música, sobre todo con el éxito de la rumba Entre dos aguas.
En una entrevista en la televisión española, en febrero de 1976, enfatizó que “el flamenco es muy fácil de entender en cuanto hayas nacido adentro de él y te lo hayas mamado, no tiene que ver con los mil doscientos ensayos que han escrito los flamencólogos, es mucho más fácil que eso, es como respirar”. También expuso su posición política en tiempo en que España seguía con la sombra encima de la dictadura franquista, ante la pregunta “¿Qué es más importante a la hora de tocar la guitarra, la derecha o la izquierda?” Paco respondió: “La izquierda es la que hace música, es creativa. La izquierda es inteligente. Luego, la derecha es la que ejecuta”. Estos dichos le costaron caro, como nos cuenta en La Búsqueda: días más tarde que un grupo de reaccionarios le dieran una fuerte paliza.
El documental, dirigido por su hijo y que se estrena mañana en el marco del festival In-Edit, retrata cómo su vida fue un eterno rodar y explorar en la música. Un ser inquieto y hambriento, siempre corriendo los límites propios. Supo llevar la guitarra flamenca a través del mundo y romper con las fronteras impuestas por los estilos y dogmas musicales, aquellas que muy pocos tienen la valentía de traspasar y de enfrentar.
Paco de Lucía llevó la guitarra flamenca al mundo sin olvidar sus orígenes, siempre yendo más allá, con sinceridad y pasión, demostrando lo cierto de aquel dicho que reza “habla de tu pueblo y hablarás del mundo”. Es en la frontera donde se ubica el cambio, en la expansión y en su traspaso se puede encontrar la evolución y el enriquecimiento de las disciplinas, y el conocimiento humano. Del mismo modo, es a eso a lo que debe apuntar la experiencia y los sentidos. Ya lo dijo alguna vez el propio Paco de Lucía: “La barriga se sacía rápido, el espíritu no se sacia nunca”, demostrando su manera de afrontar la vida.
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