Histórico

Presupuesto y austeridad

El Ejecutivo y Parlamento no deberían perder de vista que los recursos públicos se deberían asignar en áreas de mayor rentabilidad social <br>

FINALMENTE, EL ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, confrontó la realidad y sinceró las cifras fiscales fijando un límite entre 4% y 5% al crecimiento del erario del próximo año. Lamentablemente, aunque la priorización del gasto público es una buena noticia, no será suficiente para mejorar las expectativas y el rumbo del desempeño económico.

Es evidente que en este momento más que nunca deberíamos esperar fuertes señales de austeridad de las autoridades en cuanto a evitar gastos superfluos, poco eficientes y que no necesariamente benefician a los sectores que más lo requieren.

La magnitud del problema se evidencia si se considera que en la economía como un todo, el Estado resuelve hoy el destino de alrededor de la tercera parte del total de recursos gastado anualmente en el país.

El deterioro que sufre Chile en su ritmo de expansión económica responde en buena medida a la falta de reformas para mejorar la productividad y eficiencia con que se utilizan los recursos disponibles. Más aún, las reformas tributaria, educacional, laboral y constitucional han mermado aún más el potencial de crecimiento de corto y mediano plazo.

Cabe señalar que el nivel de consumo de gobierno tiene un efecto negativo en la productividad y el crecimiento del producto per cápita. De la misma manera, el efecto de la inversión pública sobre la productividad es relativamente bajo, mientras el gasto en educación tiene un efecto positivo. En nuestro caso, un aumento de 10% en el gasto público genera una disminución en el crecimiento anual de la productividad en 1,7 puntos porcentuales. Luego, si se aplica este guarismo a un aumento esperado de 4% para el erario público del próximo año, deberíamos esperar un efecto negativo en la productividad de 0,68 puntos porcentuales.

Por otro lado, el desafío de este gobierno está en su capacidad para mejorar la focalización del gasto social. Este podría ser aún más redistributivo y eficiente. Se debe recordar que el gasto social representa un 69% del gasto público y un 67% de éste se focaliza a través de los subsidios monetarios. De esta manera, un 33% de éste se puede refocalizar en el 40% más pobre. Siguiendo esta estrategia, y de acuerdo a la Casen 2013, el ingreso mensual por hogar del 20% más pobre se podría aumentar en un 53%. De esta manera la diferencia entre el 20% más rico y el 20% más pobre disminuiría de 12,3 a 3,7 veces cuando el gasto social se focaliza de la manera sugerida.

Hoy más que nunca Chile necesita un Estado eficiente, que asegure una mejor focalización del gasto social y que impulse la productividad y el desarrollo económico. Así las cosas, y aunque el diseño y negociación del Presupuesto 2016 estará fuertemente influido por la delicada situación política y económica, el Ejecutivo y Parlamento no deberían perder de vista que los recursos públicos se deberían asignar en áreas de mayor rentabilidad social, en que el gasto público tenga un impacto efectivo en el bienestar, tales como educación, vivienda, empleo y salud.

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