Puras leseras
Es reconfortante que las instituciones y autoridades estén preocupadas de lo que realmente importa, en lugar de la creciente violencia.<br>
ES RECONFORTANTE que las personas e instituciones encargadas de la marcha del país tengan las prioridades claras y no permitan ser distraídas por lo que -usando la jerga puesta de moda por la Presidenta de la República- podrían denominarse como "leseras".
Partamos con las prioridades.
Una mamá contó hace unos días que fue detenida por inspectores del Ministerio de Transportes a la salida del colegio de sus hijos. Los diligentes burócratas le preguntaron por qué había tantos escolares en su vehículo. Respondió que le tocaba hacer el "turno" y que dejaría a los niños en sus casas. Pero no le creyeron: la acusaron de ejercer de manera ilegal el "transporte escolar" y se dispusieron a citarla al juez. Si quería demostrar su inocencia, le advirtieron, debía obtener una declaración jurada ante notario de los padres de cada uno de los infantes que llevaba a bordo, donde quedara establecido que no existía ánimo de lucro y que efectivamente se trataba de un turno escolar. Debía conservar las declaraciones en la guantera del auto, por si volvía a toparse con tan celosos guardianes de la normativa.
¿No tendrán nuestros servidores públicos algo mejor que hacer? Por ejemplo, mostrar un rigor parecido para enfrentar "leseras" como las siguientes:
No lejos de donde ocurrió el episodio anterior, un jefe de hogar fue despertado hace unos días por la golpiza que le propinaron asaltantes que entraron de madrugada a su casa. Además del fierrazo que recibió en la cabeza y la fractura de varias costillas, tuvo que entregar dinero y joyas.
Días después, una amiga contaba por Whatsapp que su mamá vivió horas de horror al ser víctima del "cuento del tío". La llamaron para decirle que tenían secuestrada a su hija (mi amiga). "Desde las 20.30 hasta las 4.10 de la madrugada mi madre estuvo bajo el dominio de estos personajes, quienes le decían por teléfono que me iban a violar". Hizo tres entregas de joyas en distintos puntos de Santiago y perdió 25 millones de pesos en transferencias y especies. Como los estafadores conocen su dirección y las amenazaron, han tenido que mudarse y cambiar números telefónicos.
El miércoles, un universitario dejó estacionado el auto familiar frente a la casa de su polola. Intentaron robarlo. La grabación de la cámara de seguridad mostró más tarde a cuatro individuos acercándose al vehículo. Mientras tres vigilaban, el restante rompió en segundos el vidrio trasero izquierdo, abrió y se subió al auto. Por suerte, no fueron capaces de llevárselo. Pero el auto no anda, pues destrozaron el cilindro del contacto y no lo han podido volver a usar en espera de trasladarlo al taller. La familia decidió no hacer la denuncia, porque el año pasado les pasó algo similar y meses después recibieron como única respuesta una notificación del Ministerio Público que anunciaba el cierre del caso por "falta de pruebas". Obvio: los fiscales no están para perder el tiempo en "leseras". Mejor dedicarse a lo realmente importante, como hacen los inspectores del Ministerio de Transportes.
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