Histórico

Revelan cómo se hizo el traslado de dos ciudades chilenas antes de Chaitén

El terremoto y maremoto de 1751 destruyeron Concepción y Chillán.

Chaitén no es el primer -ni probablemente tampoco será el último- pueblo en ser trasladado de lugar en Chile tras haber sufrido un desastre natural, pues el terremoto y maremoto de 1751 provocaron que dos de las mayores ciudades del país se mudaran. Igual que hoy, una parte de la población se opuso al cambio. Era partir de cero otra vez.

Fueron Concepción y Chillán. La primera vivió 14 años de disputas e incertidumbre con respecto al traslado, y la segunda tuvo que ser refundada cuatro veces y movida en otra oportunidad más. Incluso, según el historiador Marco Aurelio Reyes, el plan de Le Corbusier para levantar Chillán después del terremoto de 1939 incluía otro traslado.

ELECCIÓN DE TERRENOS
El terremoto de 1751 sorprendió a todos, pero más lo hizo el agua. El tsunami que arrasó con Concepción, ubicada donde hoy está Penco, duró de la 1.30 al mediodía del 25 de mayo, mientras que en Chillán el agua del río Ñuble no se desbordó, sino que se "vació", cuentan los cronistas. No quedó nada que salvar. Apenas un poco de material mojado para construir, así que en ambos lugares se convocó a cabildos donde los vecinos decidieron cambiar las ciudades de lugar. Para Concepción, este era su tercer maremoto, así que concordaron en que las zonas postulantes tenían que ser altas: Lomas de Landa, al sur de Penco; Lomas de Parra (al norte) y el Valle de Mocha, al lado del río Biobío. 

Tras 12 días de exploración, una votación eligió irse a Lomas de Parra. Eran tan disímiles las opiniones sobre los lugares que el gobernador Domingo Ortiz de Rozas decidió salir a hacer una nueva inspección. Mocha era expedito y tenía fuentes de agua, así que eligió ese lugar, que era propiedad de ocho familias y de jesuitas. Pero al obispo José Toro Zambrano no le gustó, y se opuso hasta su muerte al traslado, desacreditando la votación y el lugar "enfermizo... circundado  de lagunas donde se crían sabandijas", sitio de culebras y ratones.

En enero 1751 se fue a tomar posesión de Mocha y con regla y cordel se dispuso de cuatro solares por cuadra. Se dieron varios plazos de traslado bajo amenaza de multas, pero el obispo siguió en pie de guerra, diciendo que los pobres no tenían cómo reconstruir. Así, Penco fue convirtiéndose en un pueblo arruinado, desordenado y caótico, sin la presencia de ninguna autoridad, pues todas estaban desde 1753 en Mocha.

En la nueva Concepción no había catedral ni pila bautismal por la negativa del obispo. Ni el virrey quiso zanjar ese tira y afloja entre el gobierno y la Iglesia. Recién cuando la guerra España-Inglaterra puso en riesgo los puertos los penquistas quisieron huir.

En 1764 el técnico Juan Garland y su ayudante, Ambrosio O'Higgins, volvieron a revisar los terrenos y, eligiendo Mocha, rediseñaron la ciudad. De inmediato se ordenó el traslado total desde Penco y se advirtió que cualquier "tugurio o casucha" que persistiera, sería incendiada. También se pusieron soldados en la playa, para que la gente no pescara.

LA MÁS HERMOSA DEL REYNO
En Chillán había más resignación al cambio, pues al salirse el río todos arrancaron al alto sector de La Horca. Allí se comenzó a construir espontáneamente (para julio había 90 casas). Sin embargo, igual el cabildo pidió que se examinaran tres lugares: Horca, Callanco y el mismo lugar destruido, pues un comité quería volver.

Varios sacerdotes dijeron que Horca era muy húmedo, ya que incluso el agua abría las tumbas. No obstante, un vecino sacó la voz y dio pruebas de lo contrario. Así fue como el fiscal José Perfecto Salas ordenó el traslado, pues "ahora que hay más de mil habitantes y una guarnición de 500 soldados se necesita de un local que ofrezca más favorables condiciones... que se construya una ciudad de las más hermosas del reyno". Así, se repartieron solares que se quitarían de no construirse nada en un año. Se dispuso que se hiciera una alameda y que los negocios que causaran "mal olor" se pusieran al lado del río. Allí se quedaron los chillanejos hasta 1835, cuando otro terremoto botó todo y tuvieron que mudarse, otra vez.

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