La edición 2005 del Festival de Viña  pudo haber rematado en un hito inédito para la música planetaria: que algunos de los cantantes latinos de mayor éxito del último tiempo, como Pedro Fernández, Emmanuel y Chayanne, se hubieran calzado el rol de animador para irse rotando en cada una de las noches del certamen. El ambicioso plan no prosperó, pero esa versión arrojó un escenario igual de inédito: por primera y única vez en la historia, el espectáculo más popular del país estuvo comandado por un extranjero.

Luego de barajar a un puñado  de astros de la canción continental, los organizadores finalmente se decidieron por Ricardo Montaner, el venezolano que sólo animó ese año, que reportó uno de los trances más complejos  de la cita y que vuelve mañana a la Quinta Vergara, pero en su rol de jurado e intérprete.

“Fue el festival más difícil que me tocó dirigir”, asegura Ricardo de la Fuente, histórico director de Viña desde 2002 a 2008, en la era de Canal 13, ilustrando la ruta pantanosa que significó el debut del hombre de La cima del cielo en el evento, cruzado por el rechazo del público y las críticas de la prensa a un desempeño que nunca convenció. El mismo Montaner fue aún más elocuente en su autobiografía, Lo que no digo cantando, de 2009, donde calificó la experiencia como “una tormenta” y “un largo camino de piedras en que algunas intentarían lastimarme hasta el alma”, mientras aún demuestra cierto grado de incomodidad cuando en las entrevistas lo devuelven a ese febrero de hace once años.

De alguna manera, la misión fue cuesta arriba desde su origen. El fichaje del cantante fue empujado por la salida de Antonio Vodanovic, quien tras culminar su contrato con Canal 13, abandonó la función que había desempeñado por 28 años y dejó un rol que los organizadores sabían muy complejo de reemplazar. “Fue algo muy complicado, porque el público estaba acostumbrado a un estilo. Y Ricardo tampoco conocía la idiosincrasia del Festival. De hecho, me llamó para contarme que lo había aceptado y yo le di mi bendición, aún somos muy amigos”, relata el propio Vodanovic, quien precisamente tiene contemplado hacer un contacto durante este fin de semana con Montaner para el espacio Fiebre de Viña, de CHV.

Ni Jara ni Camiroaga

Eso sí, antes que el venezolano  diera el sí, la actual señal de Luksic barajó dos representantes chilenos para tomar la posta: Felipe Camiroaga y Luis Jara. Tras recibir la propuesta, ambos se negaron. De la Fuente rememora: “Los dos lo rechazaron, porque sintieron temor ante la carga que significaba sustituir a Vodanovic, el costo que podía significar. Hicimos lo posible por poner un chileno, pero nadie quiso. Ahí empezamos a explorar la opción de traer a alguien desde afuera”.

En ese naipe, De la Fuente pensó en Montaner gracias a dos antecedentes: su presencia en un estelar de Canal 13 un año antes había elevado la sintonía y su evidente química con el público chileno. Con ese aval, contactó a su representante en Chile, el productor Jorge Ramírez, y partieron a Buenos Aires -donde por esos días realizaba un concierto- para lanzarle la oferta. La reunión se efectúo en el hotel Ritz-Carlton y, en sólo tres horas, Montaner se convenció de tomar las riendas de Viña, bajo una premisa de juventud: siempre había soñado con animar un espacio de TV.

“Tuvo mucho aplomo para asumir la responsabilidad hasta el final. Nadie se atrevió a hacerlo, sólo él”, destaca Ramírez. Porque, ya en la primera vez en que se subió junto a Myriam Hernández para decir “Buenas noches, Viña”, su sueño de antaño se transfiguró en pesadilla. Ahí empezaron los abucheos que en las veladas siguientes se multiplicaron en intensidad, junto al grito que clamaba “¡Antonio! ¡Antonio!”, lo que incluso llevó al intérprete a abrir una de las noches cantando y sacando desde una maleta todos los premios que había recibido en sus shows en el certamen. Una performance que fue sugerida por él mismo, incluso vulnerando su propio contrato -el que estipulaba que en ningún caso cantaría sobre la Quinta- y que tenía como intención apagar el creciente rechazo.

“Yo me puse en el escenario que Ricardo podía renunciar en esos días”, revela De la Fuente. Luego continúa: “Si eso pasaba, el plan B que teníamos era seguir sin un reemplazo, sólo con Myriam. No nos quedaba otra. Además, ella tenía toda la simpatía de la gente e hizo un gran trabajo de apoyo a Ricardo. El clima adverso fue mucho más de lo que nos imaginamos, nunca esperamos algo así. En mi opinión, lo que sucedió fue xenofobia, porque el público lo empezó a comparar con Antonio y no quiso un extranjero”.

La voz de En el último lugar del mundo finalmente no renunció, pero optó por refugiarse en su círculo más íntimo, integrado por su esposa, su hermana, su cuñado y un pastor de su iglesia que él mismo trajo desde Miami. Todos estaban en el Hotel del Mar. De hecho, el religioso cumplió un papel esencial, ya que empezó a desplegar una serie de sesiones diarias de oración y concentración para resistir la tormenta.

Cuando culminó la edición de ese año, Montaner realizó una pequeña celebración en el hotel, pero algo ya estaba definido: no volvió a animar Viña 2006 y sólo se atrevió a retornar al lugar de los hechos más de una década después. De la Fuente dice que no se arrepiente de haberlo fichado y que sirvió como prueba de fuego para el tipo de animación que vino después, mucho más jovial y renovada, encarnada en Sergio Lagos o Tonka Tomicic.

El propio artista cuenta a La Tercera que su presencia pagó el  precio de haber reemplazado a la figura señera de Vodanovic. “Le hubiese pasado a cualquiera. No tengo ninguna espina clavada con Viña, todo lo contrario”, dice el cantante, a las puertas de su reencuentro con el escenario donde pretende exorcizar para siempre uno de los capítulos más traumáticos de su trayectoria.