El sello de las Aresti
Cinco años han pasado desde que las hermanas Anita y Begoña Aresti tomaron el control de Viña Aresti. Tras una completa reestructuración ejecutiva, hoy aspiran a llegar al top ten de la industria local. Mientras avanzan hacia ese objetivo, iniciaron la incorporación a la firma de la cuarta generación.
Cinco años han pasado desde que las hermanas Anita y Begoña Aresti López tomaron las riendas de la viña que lleva su primer apellido. Fue el resultado de un reordenamiento de los negocios que en julio de 2012 acordaron los hermanos Vicente, Begoña y Anita -herederos del empresario Vicente Aresti Astica- y que implicó separar el control de las empresas que hasta ese momento mantenía la familia, ex dueña de Empresas Tucapel. Viña Aresti, entonces, quedó bajo el control de las hermanas, mientras que su hermano mayor, Vicente, se hizo cargo del negocio agrícola.
Hoy, ellas son las únicas socias de la viña ubicada en el Valle de Curicó e integran, además, el directorio que formaron hace cinco años. Entre ambas alternan la presidencia, que rotan cada 12 meses. "Ahora yo tengo la presidencia. En septiembre le toca a Anita", cuenta Begoña. Este es el único negocio que comparten, pues ambas, por separado, tienen inversiones en otros rubros.
Pese a entrar de lleno a un sector entonces dominado por hombres, aseguran que asumir el liderazgo de la viña no fue un problema. "Ha sido un lindo desafío hacernos cargos de la viña. Nunca nos hemos sentido discriminadas ni tampoco enfrentado algún prejuicio", comenta Anita. Begoña agrega: "No fue tan difícil, porque nos criamos en la viña, incluso yo hace 50 años que vivo allá".
Mencionan que previamente, en 2008, dieron un paso clave que les ayudó a aproximarse a ese desafío: cursar el Programa de Alta Dirección de Empresas (Pade) en la Universidad de los Andes.
Ya pasada la etapa de instalación y en la actualidad "totalmente empoderadas", ahora proyectan el futuro del negocio. Con ese norte, las hermanas Aresti comenzaron a pavimentar el recambio familiar, incorporando gradualmente a la cuarta generación. Anita explica que hay definiciones tomadas: la familia sólo ocupará cargos directivos, no ejecutivos.
De esa manera, sumaron al directorio a Eugenio y Ana María Eben, hijos de Begoña, y a Maureen Halley-Harris, hija de Anita. En la mesa también está el profesional externo Patricio Gahona.
Los directores de la familia, a su vez, integran un comité que se reúne cada lunes con el gerente general para revisar temas relevantes.
Cuentan que desde que tomaron el control de la empresa, varias veces les han golpeado la puerta para ofrecerles asociarse y comprarles la viña. Ellas, sin embargo, aseguran que no está en venta y que tampoco incorporarán socios. "Nos han ofrecido comprar, pero cero posibilidad de vender o de hacer un joint venture. Queremos que esta viña continúe en la familia y trascienda las generaciones", enfatiza Begoña.
Así de clara es también la meta que se trazaron. "Nuestro sueño es estar, al menos, entre las 10 viñas más importantes de Chile", menciona Anita. Hoy, con sus marcas principales, Aresti y Espíritu de Chile, se ubican en la posición 20 en ventas de la industria a nivel local. "Ya nos pusimos los pantalones largos, hemos construido un prestigio, pero nos queda todavía bastante por crecer", acotan.
Expandirse más allá de Chile, señalan, "es un sueño para las nuevas generaciones. Por ahora, nos enfocamos en el Valle de Curicó".
Inversiones y crecimiento
Para profesionalizar la gestión de la compañía -que este año cumplió 66 años-, en este período las hermanas Aresti realizaron una completa reestructuración a nivel ejecutivo, que incluyó nuevos gerentes agrícola y de exportación. Como parte de ese proceso reclutaron, hace cuatro años, a Matías Rivera como gerente general, quien antes trabajó en las viñas Santa Helena y Cousiño Macul.
El ejecutivo detalla que este 2017 planean crecer entre 8% y 9% en valor en exportaciones, y un 20% en el mercado nacional. Con todo, prevé que los ingresos consolidados llegarán a los US$ 20 millones.
"El desafío es crecer, pero manteniendo la rentabilidad del negocio", subraya Rivera. Actualmente, menciona, la viña produce al año 900 mil cajas, a un valor promedio de US$ 22,5, aunque con la marca Aresti -la más importante en términos de precio- promedian US$ 35 la caja. Más que crecer en volumen, buscarán subir en valor.
La estrategia de la firma apunta a potenciar la presencia en los 40 mercados adonde exportan, a los cuales destinan el 94% de su producción. Sus principales destinos son Japón y China, en Asia; Irlanda, Finlandia y Alemania, en Europa, y Brasil, en Latinoamérica. Una tarea pendiente para la viña es profundizar su presencia en Estados Unidos. "Es un mercado no del tamaño del que quisiéramos, pero sí es rentable", indica Rivera.
Detalla que este año la firma invertirá US$ 2,5 millones en importar desde Italia maquinaria para una nueva línea de embotellación y etiquetado, además de plantar 60 hectáreas de nuevos viñedos, con lo que completarán a fin de año 400 hectáreas. El potencial para crecer aún es grande, destaca Rivera, pues tienen 1.000 hectáreas de superficie en la zona.
"Hoy somos los líderes del valle en innovaciones y descubrimiento de nuevos lugares", asevera el ejecutivo. Recientemente, la viña sumó nuevos integrantes a su portafolio de productos: un chardonnay de Vichuquén y la línea de vinos Bellavista Reserva.
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