Histórico

Violeta Parra y los versos del adiós: su suicidio llega al teatro

De la trilogía Tiernos y feroces, hoy debuta Violeta, dirigida por Jesús Urqueta, en el Parque Cultural de Valparaíso.

Cerca de la una de la tarde, Violeta Parra estaba sola en su habitación en su carpa en La Reina, tendida sobre la tierra. Oía Río Manzanares, compuesta años antes por José A. López, e interpretada por sus hijos Angel e Isabel. A unos cuantos metros, su última pareja, el uruguayo Alberto Zapicán, fumaba bajo la sombra de un pino, capeando el sol de aquella tarde de 5 de febrero de 1967. Violeta apareció de pronto, con la mirada desorbitada y las piernas temblorosas. Se le puso en frente y preguntó: ¿Dónde no falla una bala? "Aquí", contestó él, llevándose la mano pasada a pucho a la sien. Luego volvió a su rincón. Quería estar sola.

Eran días difíciles. Distanciada de sus hijos y de su hermano Roberto, el de las cuecas choras, sufría por un amor no correspondido, y su anhelo de levantar una universidad del folclore no prosperaba. Los intentos por quitarse la vida habían obligado a mantener el sitio al cuidado de un matrimonio, mientras ella se la pasaba deambulando descalza y automedicándose. Meses antes, con la aparición de Las últimas composiciones -su último disco, y donde dejó dos himnos de despedida, Gracias a la vida, uno tierno y sereno; y Maldigo del alto cielo, más duro y furioso- le dijo al periodista Tito Mundt: "Me falta algo, no sé qué es. Lo busco y no lo encuentro. Seguramente no lo hallaré jamás". Esa tarde hallaría el revólver que ambos cuidadores habían escondido. A las 18.00 se oyó el disparo. Con 49 años, Violeta Parra se suicidó. Sus razones las escribió de puño y letra en una dura carta que su hermano Nicanor guarda con recelo hasta hoy.

Cuando el dramaturgo Cristián Figueroa comenzó a escribir Violeta, se acercó a Isabel Parra para negociar la cesión de derechos. En cuanto habló de suicidio, ella se negó a oírlo. La obra es la segunda parte de la trilogía Tiernos y feroces, Fondart de Excelencia centrado en la muerte de De Rokha, Parra y Recabarren, y debuta hoy en el Parque Cultural de Valparaíso, dirigida por Jesús Urqueta y protagonizada por Claudia Cabezas.

"Tuvimos que intervenir 13 de sus canciones -desde Maldigo del alto cielo hasta Ausencia-, para crear un concierto dramatizado que repasa varios hitos de su vida, hasta su muerte", afirma Urqueta. Pero Cabezas no será Violeta, sino una cantante de rock actual empapada en su espíritu. "No quise que fuera una biografía. Violeta podría ser cualquier mujer chilena de hoy, defraudada del país, que sufre por amor, el desarraigo y por el rol que se le ha impuesto por ser mujer", dice.

De la postura de la familia Parra, Urqueta opina que "se contradice con su propia voluntad, pues Violeta quería estar con la gente. Ahí es cuando uno se cuestiona qué tan nuestras son estas figuras populares y sus obras. Abordar su muerte no es faltar el respeto, sino reafirmar sus convicciones: ella eligió morir, y eso aún les pesa". Violeta estará hasta el 21 de diciembre en Valparaíso. Luego, del 19 al 21 de marzo habrá funciones de la trilogía completa, y el 2 de abril llegará a Matucana 100.

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