SEÑOR DIRECTOR:

Según las cifras dadas por el INE, nuestro país ha alcanzado un promedio de 1,16 nacidos vivos por mujer. Esta cifra tiene profundas implicaciones sociales, y nos interpela a formular políticas públicas de apoyo a la maternidad y paternidad .

Desde la psicología, el fenómeno puede relacionarse con diversos factores, entre ellos la incertidumbre económica, el estrés laboral y la dificultad para conciliar la vida profesional y familiar. Muchas parejas experimentan ansiedad y dudas sobre su futuro, lo que las lleva a postergar o incluso descartar la maternidad y la paternidad. A pesar de los esfuerzos del Estado con políticas como Chile Crece Contigo, la oferta de salas cuna públicas para el 60% más vulnerable de la población y el postnatal de seis meses, muchas familias aún perciben barreras económicas y emocionales para tener hijos.

Desde las políticas públicas, si bien Chile ha avanzado en el apoyo a las familias, estos esfuerzos parecen no ser suficientes para revertir la tendencia demográfica. Es necesario fortalecer el acceso universal a salas cuna o cuidados alternativos, ampliar los beneficios a una mayor proporción de la población y fomentar una cultura de conciliación laboral y familiar tanto en el sector público como en el privado. Además, la estabilidad económica y el acceso a vivienda siguen siendo desafíos clave que influyen en la decisión de tener hijos.

La caída de la natalidad es también un reflejo de las dificultades estructurales que enfrenta nuestra sociedad. A pesar de las políticas existentes, la percepción de inseguridad y las barreras para la crianza siguen desincentivando la maternidad y la paternidad. Es necesario un compromiso conjunto entre el Estado, el sector privado y la comunidad para crear un entorno donde las familias puedan prosperar sin que la crianza se vea como una carga insostenible o heroica.

Marigen Narea

Acdémica Escuela de Psicología UC