2021: El deber de participar



Por Francesca Zaffiri, investigadora en Fundación P!ensa

Habiéndose cumplido uno de los referéndums más relevantes de nuestra historia política, pocas dudas quedan de que estamos ante un escenario que nos va a exigir estar a la altura de las circunstancias. No solo por la crisis económica e institucional en la que nos encontramos, sino también porque estamos en un contexto de pandemia que provocó que los períodos eleccionarios tuvieran que ser aplazados para poder asegurar el derecho a voto y a la vida.

Este 2021 nos exigirá bastante como ciudadanos, principalmente porque se nos viene un calendario electoral cargado de, a lo menos, siete elecciones que ocurrirán en los próximos 12 meses. Pues sin mayor notoriedad, tenemos las elecciones subnacionales junto a las nacionales a la vuelta de la esquina. Iniciando con las primarias del 29 de noviembre del presente año para alcaldes y gobernadores regionales; continuando el 11 de abril del 2021, comicios en los que, junto a los ya mencionados, elegiremos a concejales. Luego, un mes después, tenemos una posible segunda vuelta electoral de la inaugurada elección de gobernadores regionales. Y, posteriormente, el 4 de julio serían las eventuales primarias para definir las candidaturas a presidente(a), senadores y diputados que, finalmente, serán electos en noviembre ¡del mismo año! En síntesis, desde noviembre del 2020 hasta el resultado final de las elecciones presidenciales del 2021 seremos espectadores de siete sufragios como mínimo, pocas veces visto.

Si nuestro primer derecho como ciudadanos es participar de los distintos comicios, será deber actuar con el suficiente nivel de madurez cívica para poder lograrlo. Y es que, ante elecciones con voto voluntario, corremos peligro de que, derechamente, nos agotemos de acudir a las urnas. Sin ir más lejos, uno de los elementos disuasorios de la participación electoral es el hecho de que los ciudadanos tengan que ir continuamente a votar, uno de los varios motivos por lo que, en contexto de normalidad, celebramos las elecciones subnacionales separadas de las nacionales. Mas esta es la realidad que nos ha tocado debido al Covid-19, y es bastante probable que el próximo año sigamos en pandemia, por lo que será responsabilidad nuestra no sucumbir a este cansancio y acudir a votar en los procesos siguientes que vengan.

Sumado a esto, varios electores perderán el valioso atajo de votar por rostros conocidos. Pues las elecciones del próximo año irán acompañadas con el límite a la reelección, por lo que más de cien incumbentes están inhabilitados a presentarse a su mismo cargo. Esto entrega un segundo desafío para nosotros como ciudadanos, porque deberemos estar atentos a las nuevas candidaturas y a sus promesas de campaña para poder votar de manera informada.

Sin embargo, no toda responsabilidad recae en los ciudadanos. Para no menoscabar la participación en las urnas en los comicios que están por venir, los futuros candidatos tienen también un deber. Este es, el de generar procesos de campañas que sean programáticas; porque si bien votaremos por cargos populares de distinta función, es importante que sus promesas de gobierno no se vean influenciadas por la sed de ganar popularidad, ni que pequen del simplismo que incrementa falsas expectativas.

Es de esperar que reflejen un esfuerzo por crear ideas programáticas que atiendan a los problemas de los territorios que van a representar, sean estos comunas, distritos o regiones. Porque si a los electores se les pide madurez cívica para los años que están por venir, a los próximos candidatos les pedimos madurez política para enfrentar las duras pruebas a las que nos pondrán las elecciones.

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