Opinión

A lo Kaiser

Andres Perez

La “primaria de las derechas”, como se ha convertido la primera vuelta presidencial, ha subido de tono. Y se ha pasado de hablar solo temas que “unen” (seguridad, política dura en migración, crecimiento), a temas donde las tres derechas -o dos- se dividen profundamente.

Un ejemplo de aquello es la declaración en el Debate de la Archi del candidato nacional libertario, Johannes Kaiser, de que indultaría a Miguel Krassnoff, exmilitar condenado por crímenes de lesa humanidad, si es electo Presidente: “Usted no puede tener gente de 80 y 90 años pudriéndose en una cárcel, queriendo mezclarlos con delincuentes comunes solamente porque a usted no le caen bien políticamente”.

Explicó, con vehemencia, que iba a “cerrar el capítulo 73-90”.

Al principio, costó entender a qué capítulo se refería, si era una ley o una norma. Pero no, el candidato Kaiser quiere decir que va a “cerrar” (¿por decreto?) el “capítulo” de lo ocurrido en Chile desde el golpe de Estado, pasando por los 17 años de dictadura y los asesinatos, detenidos desaparecidos y violaciones a los derechos humanos.

Para quienes admiran a Bukele o a Viktor Orban, quizás suena posible -y hasta deseable- decidir autoritariamente sobre múltiples materias; en este caso, incluso sobre los duelos. Buscar por decreto, o por voluntarismo, un capítulo tan doloroso de la historia chilena es parte de esa mentalidad. Dar por “superada” la historia, además, enarbolando un evidente negacionismo de las violaciones de los derechos humanos, al decir que los presos de Punta Peuco estaban ahí “porque no les caen bien” a las autoridades de turno. Se trata de criminales de lesa humanidad.

Qué contraste con lo que se hizo en los 30 años siguientes desde que el expresidente Aylwin asumió su cargo, ese día de marzo de 1990, dando por terminada la dictadura. Una de sus primeras acciones fue pedir perdón a nombre del Estado, en cadena nacional, con lágrimas en los ojos, por las violaciones a los derechos humanos. Desde ahí, cada gobierno avanzó en verdad y justicia, a través de informes y comisiones transversales, cuyo trabajo se convirtió en reparación, y que fue encontrando una acogida amplia, no sólo entre quienes se opusieron a la dictadura.

Y cuando gobernó el expresidente Piñera -el gobierno de derecha “cobarde”, como la llama despectivamente la ultraderecha o derecha radical- se hizo uno de los aportes fundamentales para reflexionar sobre ese momento. Para la conmemoración de los 40 años del golpe, Piñera dijo: “Hubo muchos que fueron cómplices pasivos: que sabían y no hicieron nada o no quisieron saber”. Y añadió: “Es malo olvidarlo, ignorarlo o pretender barrer bajo la alfombra todos los errores que se cometieron. Pero la cuestión es recordar para qué: para reincidir en los mismos errores que nos llevaron a la destrucción de la democracia o, por el contrario, para aprender de esos errores y no repetirlos más. Y eso está todavía por verse, porque veo que hay algunos que quieren seguir el primer camino y otros que queremos seguir el segundo camino”.

Eso es justo lo que está en juego hoy.

Para los 50 años del golpe, el clima político estuvo enrarecido, pero Piñera sí firmó una importante declaración, “Por la democracia, siempre”, junto al Presidente Boric y los exmandatarios Eduardo Frei, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet y Piñera. Fue una luz de esperanza de que primaría el aprender de los errores para no repetirlos más.

“Firmé ese documento y estoy muy contento de haberlo hecho”, dijo.

Fue el único de su sector que lo hizo.

¿Qué relación tiene la postura del único presidente de derecha que ha gobernado, y dos veces, desde el retorno a la democracia, con la de Kaiser? Dónde están los puntos de unión o de posibilidad de convergencia en materia de derechos humanos?

Lo que ha dicho el diputado Kaiser, así como las descalificaciones al Plan Nacional de Búsqueda -de lo más significativo que se logró en los 50 años- son una involución muy preocupante en una materia fundamental, como es el respeto irrestricto por la dignidad humana. Especialmente para un país al que ya le ha tomado varias generaciones intentar elaborar lo que, de modo tan irrespetuoso, el candidato Kaiser denomina “el capítulo 73-90”.

Este capítulo no va a ser ni cerrado ni por decreto por ningún presidente, aunque se crea rey o kaiser. Menos aún indultando violadores a los derechos humanos, negando sus horrorosos crímenes. Y negando el daño sin bordes que personas como Krassnoff hicieron, no solo a sus víctimas y sus familias, sino al país entero, como muy bien retrata la obra Geometría de la Conciencia, de Alfredo Jaar, en el Museo de la Memoria.

¿Cómo no ver la regresión, para todo el sector y para Chile, de darles cabida a estas ideas de Kaiser? ¿O de dejarse influenciar, los otros dos candidatos, endureciendo su discurso? ¿O guardando silencio?

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