Agua, prevención y sequía

Agua

La importancia de contar con agua potable continua y segura queda una vez más de manifiesto. Sin embargo, corremos también el riesgo de pasar por alto el hecho de que seguimos en sequía, la misma que se repite hace 10 años sin que, hasta ahora, haya señales de mejora.



La vorágine de la pandemia que estamos viviendo desde mediados de marzo y que tiene a buena parte de la población confinada en sus casas ha copado toda nuestra atención. El confinamiento y el lavado de manos “obsesivo”, como dijo el Ministro de Salud, es la principal recomendación de las autoridades de salud para disminuir el riesgo de contraer COVID-19.

La importancia de contar con agua potable continua y segura queda una vez más de manifiesto. Sin embargo, corremos también el riesgo de pasar por alto el hecho de que seguimos en sequía, la misma que se repite hace 10 años sin que, hasta ahora, haya señales de mejora.

El informe de marzo de la Dirección Meteorológica de Chile anticipa que el trimestre abril-junio será más seco que lo normal, y advierte que aumentan las probabilidades de un fenómeno de La Niña, que en términos prácticos significa menos precipitaciones durante el invierno.

La Organización Mundial de la Salud considera que el acceso óptimo para el consumo humano son 100 litros por persona al día de agua continua disponible a través de varias llaves en la vivienda (o 10 metros cúbicos mensuales para una familia de 3,3 personas, el promedio en Chile según el Censo 2017). Eso permite satisfacer todas las necesidades de consumo e higiene y evitar los riesgos de salud asociados a la falta de agua.

En Chile, los clientes residenciales de las empresas reunidas en la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios (ANDESS) consumen en promedio de 147 litros de agua potable por habitante al día. Es decir, por encima del nivel óptimo, y mucho más de lo razonable si definitivamente nos hacemos cargo de que nuestro clima cambió, particularmente en la zona centro y sur de Chile, y debemos también modificar nuestros hábitos hacia un consumo más responsable.

Todos debemos reducir nuestro consumo. Por ello, las empresas de servicios sanitarios han invertido millones de dólares para hacer más eficientes sus procesos operacionales, y reducir las aguas no facturadas. Ahora que las familias pasamos más tiempo en nuestros hogares, puede ser un buen momento para reflexionar sobre este importante tema y revisar nuestros hábitos en lo que se refiere al uso del agua.

Por ejemplo, constatar que el 65% del consumo de una vivienda ocurre en el baño, sobre todo en la ducha; otro 20% se usa para el lavado y 10% se consume en la cocina. Cerrar las llaves al lavarse las manos y los dientes; tomar duchas de tiempo limitado; utilizar recipientes para el lavado de loza en la cocina; lavar cargas de ropa completas; usar artefactos más eficientes, son algunas de las recomendaciones más efectivas. En contraposición, dejar la manguera corriendo en el jardín o una llave abierta sin razón aparente, son acciones francamente desconsideradas e irresponsables.

Por eso, nos sumamos con fuerza al llamado #noladejescorrer.

La autora es Presidenta Ejecutiva Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios (Andess A.G.)

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