Columna de Sebastián Piñera: Aún estamos a tiempo

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Cada generación enfrenta su propio desafío, pero ninguna como la nuestra ha debido enfrentar uno tan urgente y complejo como el cambio climático y el calentamiento global. Esta es la madre de todas las batallas; es la batalla por nuestra sobrevivencia.

El ser humano es la criatura más inteligente e ingeniosa del planeta. Pero es también la única capaz, y a veces dispuesta, a destruirlo.

Las evidencias científicas son abrumadoras y la situación actual es crítica. Según el último Informe de Expertos Científicos de Naciones Unidas, la concentración de los gases de efecto invernadero y la temperatura del planeta son las más altas de los últimos 800 mil años. Y los últimos cinco años han sido los más calurosos registrados en la historia de la humanidad.

En los últimos días hemos escuchado algunas voces escépticas, que intentan ubicar al calentamiento global como uno más de los grandes ciclos climáticos que ha vivido nuestro planeta en su extensa historia. Sin embargo, aquellos cambios, que antes tomaban siglos o milenios, hoy día están ocurriendo en menos de una década, poniendo en riesgo la supervivencia de la humanidad.

Esto no es una cuestión de creencias, política o ideologías. Es una cuestión de ciencia, que ha hablado en forma fuerte y clara. Además, las consecuencias ya están a la vista: olas de calor, grandes tormentas e inundaciones, severos periodos de sequía, poderosos huracanes, derretimiento de los hielos y la acidificación y desoxigenación de nuestros océanos.

Frente a estos hechos, hemos escuchado dos opciones. Los escépticos, que prefieren esperar y ver qué pasa, asumiendo las consecuencias, o aquellos que creemos que llegó el momento de enfrentar este desafío, actuar y cambiar el curso de la historia, porque ya sabemos demasiado para seguir siendo escépticos.

Chile optó por el camino de enfrentar este desafío y pasar de los discursos a la acción. Por eso aceptamos ser país sede de la COP25. La Cumbre de Cambio Climático más importante a nivel mundial, la COP de Chile.

El camino no va a ser fácil, porque requiere ambición y la ambición requiere financiamiento. Pero también es cierto que el financiamiento siempre sigue a la ambición. Por eso debemos superar esa falsa dicotomía entre el crecimiento económico y la protección del medioambiente. El desarrollo o es sustentable o no va a ser desarrollo, porque estos dos conceptos no compiten, se complementan.

Para enfrentar mejor estos desafíos se requiere innovación y tecnología, porque esos son nuestros grandes aliados y motores que nos permitirán compatibilizar el desarrollo, tan necesario, con el cuidado de la naturaleza, tan urgente.

En la COP Chile esperamos avanzar en cuatro grandes áreas:

Primero, lograr que más países, ciudades y empresas asuman compromisos ambientales más ambiciosos y más exigibles para luchar contra el cambio climático. Principalmente, alcanzando la carbono neutralidad antes del año 2050.

Segundo, incorporar la protección y conservación de los bosques, océanos y polos. No solo porque nos entregan una magnífica biodiversidad, sino también porque son poderosas herramientas para detener el calentamiento global, por su capacidad de capturar carbono y liberar oxígeno. Los océanos capturan el 50% de los gases de efecto invernadero y más del 90% del aumento de la temperatura que generamos los seres humanos. Por eso, la COP en Chile va a ser la COP Azul, porque sin azul no hay verde y sin verde no hay vida.

Tercero, incorporar en plenitud a gobiernos regionales, a las comunas, a las ciudades, a las Organizaciones No Gubernamentales, a las empresas, a la sociedad civil y a la comunidad entera a esta lucha contra el cambio climático.

Cuarto, poner en marcha los mecanismos de mercados de carbono para poder atraer más recursos y hacer más eficiente la lucha por reducir estas emisiones.

Todos los países hemos cometido errores, pero no basta con reconocerlos, hay que corregirlos y tomar acción. Por eso, hemos desplegado importantes esfuerzos para lograr metas concretas y ambiciosas, comprometiendo a 66 países y más de 100 ciudades y grandes multinacionales a la carbono neutralidad.

Chile ha asumido el compromiso de ser un país con cero emisiones netas de carbono antes del año 2050. Y vamos a lograr esto con cuatro poderosas herramientas:

Primero, con la descarbonización total de nuestra matriz energética, reemplazando los combustibles fósiles por energías limpias y renovables, antes del año 2040.

Segundo, implementando la electromovilidad u otros combustibles limpios en nuestro sistema de transporte público.

Tercero, estableciendo la eficiencia energética en todos los sectores.

Cuarto, a través de la reforestación, protegiendo mejor nuestros bosques y su biodiversidad.

Todo esto en el contexto de una ley marco de cambio climático que estamos promoviendo y que fijará las estrategias, metas e instrumentos para abordar esta tarea.

En este tema, hemos escuchado la voz de los niños y jóvenes en forma fuerte y clara. Exigiéndonos, y con justa razón, a aquellos que tenemos responsabilidades, de rendir cuenta no solo sobre lo que hemos hecho, sino que también sobre lo que no hemos hecho.

Este no es solo un desafío ambiental. Es un desafío moral con nosotros mismos, con nuestros hijos y con las generaciones que vendrán. Ellos también tienen derecho a vivir en un planeta sano.

Hace mucho tiempo que la naturaleza viene dando angustiosos gritos de alerta y pidiéndonos que la cuidemos, para que ella pueda cuidarnos a nosotros. Llegó el tiempo de escucharla. Este es el gran desafío de nuestra generación. Cambiar un rumbo equivocado de décadas y tratar mejor a nuestro planeta para asegurar y garantizar la sobrevivencia del ser humano.

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