
¿Autonomía o subordinación?

La frontera entre política internacional y política doméstica tiende a desaparecer, especialmente en un país como Chile tan abierto al mundo. Así, las posiciones de las distintas fuerzas políticas en materia internacional adquieren mayor gravitación. En la campaña presidencial, un elemento diferenciador debiera girar en torno a qué propuesta defiende de mejor manera el interés nacional. La reivindicación de la autonomía política en oposición a la subordinación y el entreguismo pueden marcar una gran diferencia entre las fuerzas en competencia.
El escenario internacional está determinado por la disputa entre China, la potencia emergente, y los EE.UU. que intentan mantener la supremacía que ostentan desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Están en su derecho. Lo que no es aceptable es la exigencia al resto del mundo de tomar partido en una disputa que no es la suya, bajo la máxima de si no estás conmigo estás en contra mío.
En la historia reciente de las relaciones entre Chile y EE.UU. hay episodios que muestran gran debilidad en la defensa del interés nacional. Uno fue la cancelación del cable Humboldt entre Shanghái y Valparaíso. Otro, la anulación de la licitación para la fabricación de los nuevos pasaportes ganada por un consorcio chino-alemán también por presión norteamericana.
Enfrentamos en la actualidad nuevas amenazas. El proyecto de construcción de un observatorio astronómico en el Cerro Ventarrones entre la Universidad Católica del Norte y el Observatorio Astronómico Nacional de China está siendo cuestionado por los EE.UU. bajo el argumento del doble uso: civil pero también militar. El argumento es absurdo, porque lo que está previsto es un sistema de observación abierta que hace imposible un uso alternativo. Es de esperar que no se consume aquí una tercera renuncia frente a una presión indebida. No se trata de darle a China un tratamiento especial, sino que de otorgarle los mismos derechos de los que disponen EE.UU., Japón y Europa. Así mismo se deben rechazar las presiones para la imposición de un investment screening expresamente orientado a las inversiones de empresas chinas.
Se requerirá un gran consenso nacional para resistir las presiones que ejercerá Brandon Judd, el nuevo embajador norteamericano, que buscará “restringir el acceso de China a los recursos estratégicos chilenos”, según sus propias palabras. La insistencia de EE.UU. en estas presiones y una eventual intervención política en favor de la extrema derecha como se hizo en Alemania terminará reflotando el viejo antiimperialismo.
Para Chile el escenario internacional ha cambiado radicalmente. Hoy día existen opciones. EE.UU. sigue siendo un referente esencial en materia cultural, política y militar, pero China es por lejos nuestro principal socio comercial. La alineación histórica con los EE.UU. ha perdido fundamento económico. Hay que asumir esta nueva realidad. Y China no puede sustituir a EE.UU. Como ya lo vienen haciendo muchos países importantes, lo que corresponde es asegurar autonomía política teniendo al No Alineamiento Activo como guía práctica para la acción.
Por Carlos Ominami, presidente del Foro Permanente de Política Exterior
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