
Candidatos sin definiciones

Impresiona la cantidad de candidaturas en primarias de todo el espectro político. Me imagino que cada candidato -y precandidato- cree en su corazoncito que alguna posibilidad tiene, si no en esta pasada, en la próxima. Hay veteranos (Lavín, Matthei, Rincón; quizás también ME-O, Roxana y Artés) y debutantes por montones: Briones, Sichel, Desbordes, Heraldo, Vidal, Narváez, Jadue, Jiles... y para qué seguir. El partido que no lleva candidatos o precandidatos, se ve como trompo sin cuerda, y todos llevan “un nombre”, cualquier nombre, con tal de que no les digan “al partido tal y cual ni siquiera le alcanzó para parar un precandidato”.
Lo que sorprende, es que los candidatos no saben a qué cargo están postulando. Podría ser a Presidente a la antigua (“a la Lagos”), o a “semipresidente” (nunca lo hemos experimentado). Incluso podrían estar postulando a “figura decorativa”, como en Alemania o Austria. Una figura como la de don Emiliano Figueroa o don Germán Riesco durante el parlamentarismo criollo (que terminó con el “ruido de sables” y en dictadura unas décadas después).
Y más encima, los postulantes -si son finalmente elegidos- se harán cargo de una verdadera bomba de tiempo. De una economía debilitada, con mucho desempleo; un país más pobre y endeudado, con posibles estallidos, gatillados por el desempleo, la pobreza y la impaciencia. Un temazo en La Araucanía. Y otro tanto con los narcos.
Sin embargo, no se ha escuchado a ningún candidato -o precandidato- explicarnos cómo resolverían uno, o algunos de estos problemas urgentes. Los que dicen tan reiteradamente que “el Estado se haga cargo” de la violencia, y que reformen a los carabineros -para transformarlos en una policía “impecable”, sin balines ni zorrillos, para qué decir armas- ahora tendrán que demostrar con acciones concretas lo que como candidatos les sale por la boca.
Y el país no está en ánimo de espera ni de paciencia. Se les van a exigir soluciones aquí y ahora, soluciones que -me imagino- no deben estar resueltas ni siquiera en los sueños de los candidatos más promisorios. Tampoco saben si tendrán o no apoyo parlamentario. O si el afecto republicano volverá alguna vez a Chile. O sea, mucho entusiasmo, con muchas vaguedades. Hay que tener demasiadas ganas y coraje para hacerse cargo de este buque tan escorado y sin rumbo. Sería más que deseable y serio conocer de ellos, por ejemplo, si entregarían parte de los bosques de pinos y eucaliptus al pueblo mapuche, o si darán libertad al mercado de drogas como recomendaba Milton Friedman.
Los precandidatos -en general- o se quedan callados, o sus propuestas son simplemente protestar por abusos reales o hipotéticos, como el TPP-11. Qué lindo sería que cada uno de los postulantes hiciera, por de pronto, una declaración pública de sus recetas constitucionales, para La Araucanía y para el narcotráfico. Es decir, “un desde” que ayude a sus partidarios primero, y a los chilenos de a pie después, a elegir Presidente. Sería una muestra de madurez impensada, pero sorprendente.
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