Cierre de Huachipato: un golpe a la industria y desarrollo regional
SEÑOR DIRECTOR:
El plan de reconversión anunciado tras el fin de Huachipato, denominado “Plan Biobío”, promete diversificación y apoyo a los trabajadores afectados. Sin embargo, difícilmente podrá compensar la pérdida de una industria que generaba más de 4.000 empleos directos en su época de esplendor. En ese sentido, el impacto social del cierre no puede ser subestimado. Las familias afectadas no solo enfrentan la pérdida de empleo, sino también la desaparición de una tradición transmitida por generaciones. El tejido social de Talcahuano y del Biobío ha estado estrechamente vinculado a la actividad de Huachipato. La desindustrialización implica una ruptura de identidad comunitaria, que no puede ser resuelta solo con subsidios temporales o promesas de desarrollo a largo plazo.
Hoy, Huachipato es una advertencia sobre el peligro de dejar de lado sectores productivos estratégicos. Necesitamos repensar el modelo económico que estamos implementando. Apostar exclusivamente por sectores como los servicios o la minería no garantiza el desarrollo inclusivo ni la estabilidad económica a largo plazo. Es cierto que el país debe modernizarse y avanzar hacia una economía más digital y sustentable, pero esto no debe hacerse a costa del sacrificio de industrias que, bien gestionadas y modernizadas, podrían haber seguido siendo competitivas y generadoras de empleos de calidad.
Las autoridades, el sector privado y la sociedad civil deben debatir seriamente sobre cómo enfrentar los desafíos de la globalización sin perder nuestra capacidad productiva y la autosuficiencia en sectores clave y entender que, si bien el cierre de Huachipato golpea a la Región del Biobío, debe ser visto como una advertencia para todo el país.
José Navarrete Oyarce
Director del Magister en Tributación Director Ingeniería en Administración de Empresas UNAB Concepción