Columna de Alejandra Sepúlveda: La oculta violencia de género en el trabajo

Acoso Sexual


Hoy la incorporación y el desarrollo de las mujeres en el mundo laboral pospandemia tiene enormes desafíos. Aún no recuperamos los niveles de participación de hace tres años y la brecha de género se mantiene en unos porfiados 20,2 puntos porcentuales (INE). Un promedio que esconde realidades socioeconómicas y vitales disímiles, pero también un factor menos admitido hasta ahora, como es la violencia de género. En el trabajo, esta adopta las formas de acoso sexual y acoso laboral y fuera de él, la violencia doméstica y de pareja. Pero todas tienen efectos en el empleo, y comportan riesgos financieros y psicosociales, impactando en la productividad, el clima laboral, la seguridad, la salud y el bienestar personal.

En el último tiempo hemos podido ver muchas series de televisión y películas que retratan casos de acoso y abuso laboral: The Morning Show, Bombshell, Intimidad, por nombrar algunas. Pero este tipo de violencia de género no ocurre solo en la ficción. Es una realidad que puede existir en cualquier espacio laboral y es responsabilidad de actores públicos y privados sacar la problemática de la oscuridad. Ello, aun cuando es difícil saber su real impacto, porque todavía prevalece una cultura organizacional del ocultamiento, que a menudo pone en las víctimas el costo de la denuncia y las posibles repercusiones, como ser cuestionada, estigmatizada e incluso perder el empleo.

Entre 2019 y 2021, la Dirección del Trabajo registró 5.197 denuncias por presunto acoso laboral, de las cuales 2.574 fueron presentadas por trabajadoras en sectores como el comercio, la educación, la administración y los servicios. En tanto, las denuncias por presunto acoso sexual en el mismo periodo sumaron 2.003. Además, la Encuesta Laboral 2019, aplicada a 7.990 empresas, reveló que un 10,1% de las personas encuestadas presenció en su lugar de trabajo alguna conducta de acoso laboral, acoso sexual o maltrato.

Por ello, la ratificación del Convenio 190 de la OIT es un avance necesario, que esta semana sorteó positivamente su paso por la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara. Hablamos de las primeras normas internacionales que entregan un marco común e incorpora definiciones, reconoce el derecho de toda persona a desempeñar su labor en un ambiente libre de acoso y violencia, además de instar a los gobiernos, a las organizaciones de empleadores y de trabajadores/as, y a las empresas a contribuir con medidas apropiadas para su prevención.

Avanzar en la erradicación de la violencia de género, que afecta desproporcionadamente a las mujeres y en específico a un tercio de la fuerza laboral femenina de las empresas, (Iniciativa Spotlight, Unión Europea y PNUD) es fundamental para la protección de los derechos laborales -hoy desafiados por la digitalización y el trabajo remoto-, la inclusión sostenible, la promoción del trabajo decente y, especialmente, la progresión de carrera de las mujeres. Ya es hora de empezar a hablar sobre el tema y ocuparse.

Por Alejandra Sepúlveda, presidenta ejecutiva de ComunidadMujer

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