Columna de Bjorn Lomborg: Cumbres del clima: tres décadas de hipocresía y fracaso

The COP 29 Summit venue in Baku, Azerbaijan. Photo: alexander nemenov/Agence France-Presse/Getty Images


La última cumbre sobre el clima (COP29) ha sido tan hipócrita y disfuncional como todas las anteriores, y la mayoría de los líderes mundiales ni siquiera se molestaron en acudir.

Los políticos de los países pobres organizaron una “retirada” y los países ricos acabaron prometiendo un fondo para el clima de 300.000 millones de dólares al año. Es poco probable que esta extravagante compensación se haga realidad, al igual que las anteriores promesas fantasiosas realizadas a lo largo de tres décadas de cumbres climáticas.

Aunque prácticamente en todos los encuentros se prometió reducir las emisiones, estas han aumentado casi todos los años. Aumentan porque la energía barata y fiable, procedente mayoritariamente de combustibles fósiles, impulsa el crecimiento económico. Los países ricos, como Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea, han empezado a reducir sus emisiones, pero el resto del planeta sigue centrado en erradicar la pobreza.

Los ecologistas insisten en que la transición mundial para abandonar los combustibles fósiles es imparable, pero en la última década, e incluso sólo el año pasado, la energía procedente de combustibles fósiles ha aumentado el doble que la energía verde.

Algunos políticos afirman que la energía solar y eólica es más barata que los combustibles fósiles, cuando, en realidad, estas energías necesitan subsidios masivos e impuestos redistributivos, lo que ha provocado un aumento del costo de la electricidad en la UE del 50% desde el 2000.

En los últimos años, los políticos también prometieron reducir aún más las emisiones de carbono, pero la elección de Donald Trump, que hizo campaña a favor de abandonar el Acuerdo de París, significa que esta burbuja está estallando.

Los problemas comenzaron incluso antes de la elección de Trump. A pesar del exuberante mercado bursátil de los últimos años, las acciones de las energías limpias han perdido la mitad de su valor. Tras las elecciones estadounidenses, inmediatamente se desplomaron aún más, ante la expectativa de que los subsidios serán recortados en Estados Unidos.

La agenda verde “cero neto”, basada en enormes subsidios y una costosa legislación, costará probablemente 27 billones de dólares al año, lo que la hace poco atractiva para la mayoría de las naciones.

Hay una forma mucho mejor y más barata de abordar el cambio climático. Los economistas del clima llevan tiempo demostrando que la inversión en I+D sobre energía verde es el enfoque más eficiente.

Innovar para que el precio de la energía verde sea inferior al de los combustibles fósiles es la única manera de conseguir que todo el mundo cambie. Este enfoque puede incluso ayudar a convencer a los responsables políticos que son escépticos sobre el cambio climático, al demostrarles el enorme potencial de una energía más barata.

Una dosis de realismo también podría acabar con la singular preocupación de las élites por el clima. El mundo pobre se enfrenta a muchos retos: el hambre, la pobreza, la corrupción y las enfermedades infecciosas fácilmente curables necesitan más atención, y tienen soluciones increíblemente baratas y eficaces. En lugar de los inmensos sobornos climáticos, este dinero podría impulsar el desarrollo en todo el sur del planeta.

Los activistas pueden seguir esperando la próxima COP, mientras redoblan la apuesta por las políticas que han fracasado durante las últimas tres décadas. O pueden aprovechar la oportunidad para volver a centrarse en una política de innovación, más inteligente y mucho más barata, y abordar los demás problemas urgentes a los que se enfrenta la humanidad.

Por Bjorn Lomborg, presidente del Copenhagen Consensus Center