Columna de Gonzalo Cordero: Prat con P de Parga



Por Gonzalo Cordero, abogado

Jaime Guzmán solía decir que las casualidades no existen, tras eso que llamamos azar hay siempre una manifestación de la intervención divina en la vida humana. Reconozco que esa fe provee una bella manera de enfrentar la vida, pues incluso en los hechos más aleatorios se puede encontrar una interpretación de la realidad que nos conduzca hacia lo bueno.

Como todos los años en esta fecha, dedico estas líneas a rendir mi sencillo homenaje al que considero el chileno más grande de nuestra historia, el marino y abogado Arturo Prat Chacón. Vivimos en una época en que la integridad es contracultural, nos hemos acostumbrado a la cultura de la fragmentación: la hiperespecialización, las sociedades marcadas por el identitarismo que nos divide, en lugar de integrarnos; la customización que nos lleva al “ideal” de una vida que tiene cada vez menos puntos de encuentro común.

En este tiempo es extraña la figura de alguien a quien admiramos, precisamente por ser íntegro, porque era el militar de excepción, pero también era un profesional del derecho, un guerrero y un caballero, la audacia y la reflexión reunidas, fiel a sus valores, empezando por su familia. Hasta para ser rebelde -que lo fue- tuvo estilo, a diferencia de las rebeldías de hoy, que suelen quedarse en el nivel de la estética o, más bien, de su carencia.

Los héroes de nuestra época son los que se han hecho “una pasá”, los que de alguna manera burlaron el sistema, los que fueron capaces de endosar su responsabilidad a otro y “zafaron”, los que ya sea en el campo del poder, del dinero o la popularidad, “la hiceron”. Cualquiera sea el objetivo, la carrera larga, sacrificada, construida en base al mérito, es despreciada frente al del que logró lo mismo, pero en versión express, llegando por los atajos; tanto, que incluso pareciera existir la necesidad de sacar el mérito de la vida, convengamos mejor en que nadie lo tiene, somos todos iguales y el que destaca es un privilegiado que nos debe algo a los demás.

Por extraña coincidencia, en esta semana que recordamos el sacrificio de Prat, el gobierno decidió sancionar a un brillante oficial de la Marina, removiéndolo del cargo que le correspondía ejercer, con motivo del estado de excepción constitucional en la zona en que él comanda. El contraalmirante había cometido una falta imperdonable en estos tiempos: respaldó la actuación de un subordinado, porque estimó que éste había actuado dentro de las normas y, por lo tanto, asumió su responsabilidad. Es que al contraalmirante le enseñaron la ética de Prat, esa en la que no se “zafa”, en que el comandante salta al abordaje adelante y es el primero en morir.

Tenía que ser en la semana del 21 de mayo, tenía que ser por asumir la responsabilidad del mando y tenía que ser un contraalmirante cuyo apellido, Parga, tiene la misma inicial que la del héroe. Son muchas coincidencias.

En algún lugar imagino a Guzmán sonriendo y diciéndome: “cuándo vas a aprender Gonzalo que las casualidades no existen”.

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