Columna de Jorge Heine: Guerra de Ucrania y clivaje norte-sur



Por Jorge Heine, profesor de Relaciones Internacionales Universidad de Boston

Parte el alma ver las escenas de la guerra en Ucrania. Tanta muerte, tanto sufrimiento. Muchas de las imágenes que se trasmiten a lo largo y lo ancho del planeta son las mismas. ¿Por qué, sin embargo, ha sido tan distinta la reacción a la guerra? La condena a la invasión rusa ha sido mayoritaria. Las diferencias se dan en cuanto a las sanciones. Mientras los países del Atlántico Norte insisten en llevar las cosas al límite, aún si paralizan parte de la economía mundial, en Asia, África y América Latina, la reacción ha sido otra.

Y mientras más dura la guerra, más apoyo pierden las posiciones extremas de los países occidentales. En el voto original de condena a la invasión rusa en la Asamblea General de la ONU el 2 de marzo, los votos a favor de condenar la invasión fueron 141, con solo 5 en contra y 35 abstenciones. En el voto para expulsar a Rusia del Consejo de Derechos Humanos el 7 de abril, los votos fueron 93 a favor, 24 en contra y 58 abstenciones. Brasil, China, India, México y Pakistán, entre otros, se han negado a apoyar sanciones contra Rusia, ya que tendrán consecuencias desastrosas para la economía mundial. Según la ONU, 13 millones de personas pasarán hambre debido a la guerra, y muchos más de seguir esta oleada de sanciones. Para India, esto llegó al límite cuando Washington le exigió que no le comprara petróleo adicional a Rusia, en momentos que Alemania, uno de los países más ricos del mundo, con veinte veces el ingreso per cápita de India, lo sigue haciendo, a vista y paciencia de todos.

El conflicto se ha planteado como uno entre democracia y autoritarismo. ¿De ello ser así, por qué algunas de las mayores democracias del planeta, como India, Brasil y Sudáfrica, se han desmarcado del extremismo sancionatorio de los países del Norte? Los principales países en desarrollo, que representan la mitad de la población del mundo, se dan cuenta de que más gente va a morir de hambre en sus países como resultado de las sanciones, que en Ucrania por la guerra. Por otra parte, la hipocresía occidental es notable. Desde 2014, el número de muertos en la guerra en Yemen, llevada a cabo por Arabia Saudita con armas provistas por países de la OTAN (en apoyo a esa guerra, la primera visita al exterior del Presidente Trump fue a Riad), y en que misiles dirigidos contra buses escolares son comunes, ya supera el cuarto de millón, pero ello no es noticia. Ocurre en un país árabe, y no en Europa.

La invasión rusa de Ucrania es una violación del Derecho Internacional y debe ser condenada. Lo mismo vale para eventuales crímenes de guerra cometidos. Sin embargo, de ahí a pretender que las consecuencias de los planes de expansión ilimitada de la OTAN deban ser pagadas por los pobres del mundo, hay un largo trecho.

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