Columna de José Miguel Sánchez: Las tres variables esenciales

Las tres variables esenciales
Las tres variables esenciales. (Sebastián Cisternas/ Aton Chile)


Las noticias sobre el crecimiento económico en el último Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre, publicado por el Banco Central de Chile, no fueron alentadoras. La estimación indica una expansión que oscilará entre el 2,25% y 2,75% para 2024. Además, para el próximo año se estima un crecimiento de 1,5% y para 2026 de 2,5%. Esto es preocupante, ya que, según proyecta el FMI, el mundo crecerá un 3,2% en 2024 y un 3,3% en 2025. Para América Latina y el Caribe, el panorama tampoco es muy favorable este año, porque crecerán solo un 1,9%, aunque se espera que el próximo año lo hagan mejor que nosotros.

Sin embargo, la peor noticia del IPoM fue la corrección a la baja de 0,1 punto porcentual en la estimación del crecimiento del PIB tendencial no minero para la próxima década, que se espera promedie un 1,8% en ese período. Según el Banco Central, la razón de esta corrección es la menor incidencia en el restablecimiento de la participación laboral a niveles prepandemia. Por lo tanto, la falta de crecimiento y su debilidad son un grave problema, ya que implican menos empleo y recursos para satisfacer las necesidades y aspiraciones del país, lo que, inevitablemente, generará más descontento.

En este contexto, sabemos la expansión económica depende de tres factores fundamentales: el capital, el trabajo y la productividad. Por lo tanto, la fórmula para recuperar la capacidad de crecimiento en Chile será un plan que integre a todos los actores involucrados e impulse estas tres variables esenciales. Aunque es un desafío complejo en estos tiempos, no es imposible (hacerlo nuevamente).

En cuanto al capital, la inversión sigue siendo baja, y el IPoM estima que se contraiga un poco menos de 1% este año. La revisión a la baja de la Formación Bruta de Capital Fijo (FBCF) en el horizonte de proyección responde principalmente al peor desempeño de la inversión en sectores no mineros y está claro que para recuperar la inversión hay que reducir la incertidumbre y facilitar la entrega de permisos, sin que la mayor agilidad en la permisología se traduzca en una reducción de los estándares que, con su existencia, se busca cautelar.

Para potenciar el trabajo se hace urgente aumentar la participación laboral de mujeres y jóvenes. Esto se lograría con un incremento de la inversión en las primeras etapas de escolarización, lo que es habilitante para seguir aprendiendo y formándose en las etapas posteriores, aumentando las opciones de empleabilidad.

Finalmente, la última variable en la fórmula es la productividad. Para incrementarla, es necesario invertir en investigación, lo que tendría un efecto positivo en la innovación y creación de empleos. Estudios recientes, como el de Ufuk Akcigit (2024), basado en el análisis con microdatos a nivel industrial, destacan que la inversión en tecnología y desarrollo científico, debe realizarse en un contexto que promueva la competencia con bajas barreras de entrada.

Tesis reconocida porque la fórmula expuesta en esta columna no es nueva; ha sido aplicada con éxito en el pasado, cuando nuestro país alcanzó altas tasas de crecimiento y es evidente que, a través de las tres variables esenciales-capital, trabajo y productividad-, se fomentará una economía dinámica, con una inversión que estimulará nuevamente los mercados y Chile se recuperará.

Por José Miguel Sánchez, decano Facultad de Economía y Administración, Pontificia Universidad Católica de Chile