¿Qué tienen en común Rafael Reif (ex rector del MIT), Evelyn Miralles (arquitecta de la Estación Espacial Internacional de la Nasa) y Marimel Bejarano (directora del Hospital de San Vicente de Tagua Tagua en Chile)? Que son venezolanos exitosos que contribuyen al desarrollo de los países adonde han emigrado. Pero los venezolanos que aparecen en las noticias en Chile son delincuentes, como los asesinos del Carabinero Daniel Palma; un pequeño grupo de indeseables que avergüenza a la inmensa mayoría decente de venezolanos que llegaron a Chile a construir un mundo mejor.

¿Qué pueden hace los gobiernos adonde ha llegado esa escoria? Cárcel y mano dura. Que no los regresen a Venezuela pues allí los reciben con los brazos abiertos y luego se van a otros países a seguir delinquiendo. Esa ola de delincuencia que Venezuela ha exportado recientemente es producto de una inmigración ilegal descontrolada que se debe frenar, y cuya máxima expresión es el Tren de Aragua, la megabanda criminal de 2.500 miembros entre sicarios y colaboradores de inteligencia con base en la cárcel de Tocorón en Venezuela y que opera en toda Venezuela y en una veintena de países, incluyendo Chile. La banda se dedica al asesinato y la extorsión para el control territorial del narcotráfico, el contrabando y trata de blancas. En la frontera norte de Chile, controla los pasos ilegales de migrantes venezolanos y el tráfico de drogas, y recurre a la explotación sexual y el cobro de extorsiones para obtener ganancias. Chile no está preparado para enfrentar esta delincuencia, y debe reformar su legislación y entrenar fuerzas especiales en Estados Unidos o Europa para enfrentar estos delitos.

Es importante recordar que esta banda ha operado y expandido sus actividades criminales bajo la complacencia del gobierno venezolano durante la era del chavismo-madurismo, y que muchos países que ahora son víctimas de esta transnacional del crimen, en particular los países latinoamericanos, han sido parcialmente responsables debido a la indulgencia que han tenido con la dictadura de Venezuela. Particularmente en Chile, hasta hace poco, un sector importante de la izquierda que incluye al Frente Amplio y al Partido Comunista, incluyendo al Presidente Boric, veían con muchas simpatías al chavismo-madurismo, y muchos todavía lo ven como un ejemplo a seguir. De hecho, siendo oposición, ese sector político utilizó el discurso sobre la defensa de los derechos humanos como excusa para alcahuetear el desorden, el crimen y la inmigración ilegal. Me hace recordar que ese mismo discurso lo mantenía la élite chavista antes de llegar al gobierno, siempre sugiriendo, sin decirlo explícitamente, que se debe anteponer el derecho de las víctimas al derecho de los victimarios.

Termino diciendo que la tragedia de la exportación del crimen organizado tiene solución, pero que es importante atajar sus actividades temprano. Aún estamos a tiempo. Es importante señalar que cualquier solución pasa por darle fin a la dictadura en Venezuela. En Chile, es necesario darle mayores atribuciones y poder a las policías para enfrentar el crimen, ejercer un control efectivo de la frontera, expandir la capacidad de las prisiones y aislar a los grupos que operan desde las cárceles, ampliar las redes de inteligencia y endurecer las penas para los delitos relacionados con el crimen organizado. Es importante actuar ya, después será demasiado tarde.

Por José Noguera, profesor titular, USACH y exviceministro del Interior de Venezuela.