Columna de Max Colodro: ¿Nuevo clivaje?



Por más de treinta años, la línea divisoria de nuestra cultura política fue el espectro del Sí y del No, configuraciones identitarias que el plebiscito de 1988 marcó a fuego en las generaciones siguientes. Haber votado a favor o en contra del régimen militar simbolizó el abismo de un Chile violentamente partido en dos. Después, pareció que la transición a la democracia había logrado atenuar dicha fractura, pero fue suficiente que la derecha volviera al gobierno para que se develara nuestra ingenuidad.

Con el estallido social empieza a surgir otro país. Una sociedad enrabiada hasta el punto de ver en la violencia y en la destrucción signos de esperanza. Al fin, las grandes alamedas parecían torcerle la mano al destino; hacer de Chile “la tumba del neoliberalismo” y de “un nuevo modelo” estaban, ahora sí, a la vuelta de la esquina. Pero el precio fue demasiado alto: la normalización de la violencia terminó horadándolo todo.

El entusiasmo por el sueño refundacional empieza entonces a debilitarse, a lo que también contribuye la performance de la Convención Constitucional. Un desvarío que termina con una propuesta extraña a nuestra idiosincrasia y al sentido común, lo que, sumado al deterioro de la seguridad ciudadana, la inflación y el fin de la sobreliquidez, hicieron trizas las expectativas. En simple, Chile vive un brutal choque contra la realidad, cuyo desenlace será el triunfo de la opción Rechazo en el plebiscito de salida; un impresionante 62%, frente a un 38% que se mantiene fiel al sueño instalado por la revuelta.

Fue una brecha electoral inesperada que, sin embargo, se reafirma ocho meses después, cuando en la elección de un nuevo Consejo Constitucional, el Partido Republicano se alza sobre el 35% y las dos listas de la derecha suman un 56%. Resultados que empiezan a insinuar la posibilidad de un nuevo anclaje político y cultural, donde la dicotomía de los últimos treinta años va siendo reemplazada por el eje apruebo-rechazo a la agenda de cambios surgida del estallido social y, sobre todo, al clima de inseguridad que la ha acompañado. Un escenario donde republicanos se instalan como fuerza mayoritaria, la centroizquierda agoniza, el centro pasa a ocuparlo Chile Vamos, y el anhelo refundacional se estabiliza en el 38%.

Suena aventurado, pero a partir de ahora es probable que empecemos a observar la disputa entre dos clivajes: el intento de mantener “la herencia de la dictadura” como un imaginario de confrontación vigente (la conmemoración del 11 de septiembre será el próximo hito), y un eventual reordenamiento en función del rechazo a la agenda de reformas del oficialismo y la exigencia de mano dura frente al deterioro del orden público; la esperanza frente al miedo, los anhelos de mayor justicia ante el imperativo de restablecer un mínimo de seguridad. Impensado cambio de prioridades que vuelve a poner sobre la mesa modelos de sociedad contrapuestos; bajo los que sigue latiendo un trauma histórico todavía pendiente.

Por Max Colodro, filósofo y analista político

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