Columna de Víctor Ruiz: La otra emergencia educativa



Mucho se ha hablado de la crisis educativa, producto de la conocida falta de matrícula en establecimientos educacionales en Chile. Aunque aún no existen cifras exactas, se estima que alrededor de 3.000 niños, niñas y adolescentes no cuentan con un cupo para estudiar, provocando una serie de movilizaciones y reclamos ante respuestas y soluciones del Ministerio que parecen ser insuficientes para los apoderados.

Sin embargo, existen otras emergencias educativas a las cuales es necesario abordar de una manera integral. Una de ellas es el déficit docente: una crisis que ha alertado a nivel mundial desde la Unesco, con la necesidad de más de 50 millones de profesores para lograr la educación básica universal, y a nivel local, Elige Educar, quienes evidenciaron un déficit para 2025 de más de 26 mil docentes en educación media, en asignaturas como Historia y Geografía y Ciencias Naturales.

Si bien uno de los resultados destacados que dejó el periodo de admisión 2024 fue una estabilidad en la cantidad de jóvenes seleccionados en carreras de pedagogía, registrando un leve aumento de 1,1% (141 personas más que en el proceso anterior), no debemos perder de vista que este sigue siendo un problema estructural en educación del cual se requieren políticas públicas que mejoren el desarrollo y la calidad de vida del profesorado.

El gran objetivo de la Facultades de Educación debe ser reducir el déficit de docentes idóneos y bien preparados. Y para lograrlo, necesitamos apostar más por el pregrado y programas de prosecución de estudios que permitan a licenciados y profesionales de otras áreas desarrollar conocimientos disciplinares, habilidades docentes y un juicio efectivo para promover aprendizajes duraderos en sus estudiantes.

Desde las universidades que impartimos carreras de pedagogía, es necesario proponer modelos atractivos y contundente de formación docente que entusiasme a muchos en sus distintas etapas profesionales; que despierte la vocación de enseñar y la transforme mejores decisiones de enseñanza, informadas por la evidencia y adaptadas al contexto escolar; que estos sigan desarrollando sus capacidades de liderazgo escolar, experticia en didáctica y nutran al sistema escolar con investigación aplicada. Porque, más allá de las modas o tendencias, el profesor o la profesora sigue siendo la causa más importante en el aula de los aprendizajes y la formación integral de sus estudiantes.

Por Víctor Ruíz, Decano Facultad de Educación, Universidad San Sebastián

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