Convención con viento de cola

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Por Guillermo Larraín, académico de la FEN de la U. de Chile.

Las perspectivas para 2021 son favorables. El Banco Central estima que la economía podría crecer entre 5,5 y 6,5%. No hay que obnubilarse con esta proyección. Si así resulta, hacia finales de 2021 el PIB será apenas superior al de 2018 y entre ambas fechas el PIB per cápita habrá caído casi un 4%. Hacia finales de 2021 habrá una gran capacidad ociosa: el desempleo seguirá alto y habrá capital inutilizado. Esto lo interpreto como una oportunidad, en la medida que -y esto es crucial- la política fiscal, como dice el Fondo Monetario Internacional, no retire su estímulo antes de tiempo.

El frente internacional es positivo. Destaco dos puntos. Primero, la aparición de las vacunas que podrán punto final a la pandemia y su desastroso impacto económico. Esa lucecita aparece en el horizonte, aunque por la rapidez con la que las vacunas fueron producidas no se puede descartar que aparezcan nubarrones, por ejemplo, asociadas a niveles de efectividad menores o efectos secundarios no detectados antes. Lo otro es la llegada de Biden a la presidencia norteamericana y el acuerdo final de Brexit. Ambos representan una disminución de riesgos geopolíticos que contribuirán a asentar las expectativas a nivel internacional.

Así, Chile tiene viento de cola positivo. Esto es importante dado el contexto constituyente. Estamos ad portas de cambios políticos mayores, partiendo por la elección de la Convención en abril, que coincide con las de gobernador, alcaldes, concejales y Core. A final de año hay elecciones presidenciales y parlamentarias. Con el estallido social como telón de fondo, es razonable pensar que esto agrega una dosis de incertidumbre que estará ralentizando la recuperación.

La incertidumbre asociada a la Convención Constituyente irá de más a menos. A medida que se superen etapas, la incertidumbre irá declinando y ello reforzará el crecimiento y la creación de empleo. Esta brecha de incertidumbre se reducirá, además, porque las condiciones para alcanzar acuerdos razonablemente irán en aumento.

Primero será por la inscripción de los candidatos. Entonces probablemente descubramos que se pudieron inscribir candidaturas independientes y que los partidos llevan pocos rostros tradicionales de la política como candidatos. En todo caso el elemento clave es otro: la composición de la Convención, lo que dependerá de la eventual unidad de la oposición. En el escenario actual esto no parece posible. Esto sugiere que la composición de esa Convención tendrá ideológicamente cuatro grandes grupos: uno dominante de centroizquierda, uno de derecha algo menor y uno de izquierda más dura que debiera ser más pequeño. A eso hay que agregar los cupos de pueblos originarios cuya posición ideológica es difícil de predecir. Esta composición plural de la Convención sugiere que habrá un amplio margen para buscar acuerdos. Nadie tendrá gran capacidad de bloqueo, lo que inducirá a todos a buscar acuerdos. El rol neurálgico lo jugará la centroizquierda. Si prima el concepto de una Constitución como una “casa para todos”, si se evita usar la Constitución para imponer un modelo de desarrollo económico y si se centran los esfuerzos en generar una democracia inclusiva y participativa, la incertidumbre irá atenuándose.

A medida que se dé este escenario, el viento de cola mundial podrá acelerar el crecimiento hacia finales de 2021 y en 2022. Terminada la discusión constitucional, el crecimiento superará el 3,5% que proyecta el Central. Será momento de discutir un nuevo modelo de desarrollo, de alta productividad, más inclusivo y amistoso con el medio ambiente.

¿Le parece contradictorio? Muchos países lo han hecho, por qué no Chile. El proceso constituyente es una oportunidad para que hagamos “reset” de nuestros prejuicios e ideas preconcebidas.

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