De 10 en 10



Por Gonzalo Cordero, abogado

La Cámara de Diputados, por amplio margen, aprobó un segundo retiro de ahorros previsionales; engañosamente se dice que es de un diez por ciento, aunque la verdad es que en la mayoría de los casos el porcentaje es mucho mayor. Es un hecho que el Senado seguirá el mismo camino y aproximadamente cuatro millones de cotizantes quedarán sin saldo en sus cuentas.

El único ganador es el sector político que se opone a las bases esenciales de nuestro modelo de desarrollo. Después del próximo retiro -tan inevitable y fatal como una tragedia griega-, el sistema de capitalización individual se habrá vuelto inviable. En consecuencia, el ahorro que subsista quedará bajo amenaza inminente de destinarse a una modalidad de reparto, puesto que no se ve otra alternativa posible de financiar las pensiones de los millones de trabajadores sin fondos.

Como tantas otras veces en la historia de la humanidad, y también de la nuestra, una minoría con convicciones fuertes, refractaria a los datos o los argumentos racionales, inspirada en una visión mesiánica, ha superado a la mayoría moderada, incapaz de plantar cara a un discurso repetido por décadas, enarbolado por políticos que han acechado a la espera de una oportunidad que les permita hacer realidad sus proyectos de cambio.

La confusión, la debilidad e incluso el populismo del centro y de la derecha han sido tan grandes al votar, como serán devastadores en sus consecuencias futuras. Ningún partido, ninguna bancada, ni siquiera el gobierno, ha sido capaz de resistir el costo de actuar con la responsabilidad que sus posiciones demandan; así hemos escuchado frases vacías de contenido: “hay que estar del lado de la gente”, o videos subidos a redes sociales que celebran con algarabía un supuesto “triunfo”.

De nada ha servido la voz prudente de los especialistas de distintos sectores, por de pronto la de todos los exministros de Hacienda, que hacen presente los efectos catastróficos de todo esto, esas voces se ignoran o se desprecian como la expresión de tecnócratas desconectados de la realidad, una “realidad” que solo conocerían los que “tienen calle”, los que están en contacto con la gente.

Más de la mitad de los trabajadores quedarán condenados a depender del sistema político que administra esa ficción que llamamos Estado; el resto, tarde o temprano, se verá también despojado del ahorro producto de su trabajo, así como de una parte de su libertad, pues sus ingresos futuros dependerán de los déficit del Fisco o de la inflación -como en Argentina hoy- y sus trabajos, en un país casi sin mercado de capitales, no les permitirán acceder al crédito, estancándose en la inmovilidad social típica de América Latina.

¿Y esto ocurrió en un gobierno y con los votos de la centro derecha? Sí, de 10 en 10 por ciento.

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