
Democracia, cultura cívica y voto obligatorio

Por Gonzalo Fuenzalida, Diputado de RN
“La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre con excepción de todos los demás”, según señala el ex político y otrora primer ministro de Reino Unido, Winston Churchill. Considero que esta es una muy buena definición para nuestro actual sistema político que congrega (o lo intenta por lo menos) la voluntad colectiva de las personas, y hoy más que nunca tenemos que valorar lo que tenemos y refrendarlo, ya que tenemos elecciones presidenciales y parlamentarias a fin de año nos que ponen un gran desafío como país.
Este reto, que viviremos el 21 de noviembre, no tiene sentido si es que los casi 15 millones de ciudadanos no ejercen su derecho a sufragio. Es por eso por lo que es tan importante que la Cámara de Diputados haya aprobado el regreso del voto obligatorio, el cual nunca debió a haber dejado esa categoría, pues en una sociedad en que tanto se ha dejado de manifiesto que el Estado y la nación tenía una deuda histórica a nivel de derechos sociales, lo mínimo que se puede pedir de reciprocidad y compromiso es que los ciudadanos asistan a votar para fortalecer la democracia, siendo parte de sus obligaciones mínimas por ser chilenos.
Los resultados de la última mega elección en mayo, donde se congregó a cerca del 43% del padrón electoral llegando a un poco más de 6,4 millones de personas, dejan de manifiesto el poco interés de los ciudadanos e incluso se podría cuestionar la legitimidad democrática que tiene la votación de la Convención Constituyente, alcaldes, concejales y gobernadores. Este escenario genera que tengamos una democracia de algunos y no de todos. Por lo anterior, es importante lograr que esa anhelada voluntad colectiva se conforme con una participación universal, donde todas esas voluntades individuales concurren y votan, ya que si esto no ocurre siempre van a ser cuestionables nuestras autoridades e instituciones, quitándoles legitimidad e incluso provocado que éstas tomen decisiones no pensando en el bien común, sino que considerando el bien particular de sus nichos y grupos de electores.
Más allá de los cálculos políticos que pueden estar haciendo algunos con una “calculadora” sobre si me conviene para mis intereses el voto obligatorio, lo que hoy importa es el interés y el porvenir de Chile que tiene que contar con una democracia sólida, sana y legítima donde esta voluntad mayoritaria y colectiva, sea cual sea la decisión, se encuentre bien representada en las urnas a lo largo del país.
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