Deslucida cumbre por la democracia
Cabe lamentar que esta cumbre haya estado teñida por evidentes sesgos, con duras palabras hacia la extrema derecha, pero omitiendo condenas a las derivas autoritarias de la izquierda en la región.

La cumbre “Democracia Siempre”, que tuvo lugar en Santiago -a la cual asistieron los mandatarios de Brasil, Colombia, Uruguay y España, además del Presidente Gabriel Boric- ha dejado un balance deslucido, con escasa repercusión a nivel local e internacional. Si bien la temática que la ha inspirado -alertar sobre las amenazas que se ciernen sobre la democracia y la necesidad de fortalecerla en distintos planos- es un asunto de primer orden, la forma como se llevó a cabo complotó contra sus objetivos centrales, pues en los hechos dejó la impresión de que fue un evento que terminó convirtiéndose en un foro para atacar a las corrientes de “extrema derecha” y dar una tribuna a los mandatarios asistentes, varios de los cuales por lo demás enfrentan complejos problemas internos.
Por de pronto, fue evidente que la ausencia de varios gobernantes que fueron invitados restó peso a este encuentro, pero más allá de ello era previsible que esta cumbre estaría caracterizada por una serie de sesgos, atendido que todos los mandatarios convocados representan al llamado mundo progresista. Aunque la declaración final del encuentro evitó hacer menciones expresas a gobiernos o corrientes políticas determinadas -lo cual sin duda fue un acto de prudencia, y cabe destacar los compromisos de acción centrados en la defensa de la democracia, el multilateralismo, desinformación y extremismos, entre otros-, probablemente varios de los ejes en que se puso acento tenían en mente las prácticas que se han denunciado en gobiernos que se asocian con variantes de las llamadas derechas extremas, tomando en cuenta que en las exposiciones que hicieron los distintos mandatarios abundaron los reproches a dichos gobiernos.
El Presidente de Brasil, por ejemplo, mencionó que “nos hemos dado cuenta de que la democracia va perdiendo espacio, no al socialismo, sino a la derecha extrema, que tiene un comportamiento nazi, fascista, que no respeta las relaciones civilizadas entre los iguales y los desiguales”; el Mandatario de Colombia, por su parte, criticó el estilo de Javier Milei en Argentina, mientras que el jefe del gobierno español hizo hincapié en que “nuestras sociedades se enfrentan a una amenaza real, liderada por una coalición de intereses entre oligarcas y la ultraderecha. Una internacional del odio y la mentira que avanza peligrosamente, por desgracia, en ambos continentes”.
Ciertamente las derivas autoritarias en que han caído una serie de gobiernos asociados a la “ultra derecha” constituyen luces de alerta que deben ser tomadas muy en serio, porque son formas de ir socavando la democracia así como las garantías fundamentales. Pero ha sido una omisión manifiesta de esta cumbre que no haya habido condenas a las derivas autoritarias que la izquierda ha protagonizado en la región, donde los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba no fueron criticados, ni tampoco se abordaron los problemas que se advierten en México, donde la reforma judicial que se ha impulsado ha sido advertida como una grave amenaza para la salud institucional. Estas miradas parcializadas no ayudan a crear conciencia sobre la protección a la democracia, y al final terminan generando visiones polarizadas.
En su calidad de anfitrión y promotor de este encuentro, el Presidente Boric ha resaltado la importancia de esta cumbre. Sin perjuicio de la relevancia de su temática, debe ser aleccionador que este tipo de eventos no se presten para confundirse con gustos o agendas personales de los mandatarios, tal como le ocurrió al expresidente Piñera en el caso de Cúcuta.
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