Distintas estrategias para una tercera vía
Ya son varias las semanas en las que las candidaturas de Jeannette Jara y José Antonio Kast comparten y se disputan el liderazgo en intención de voto medido en encuestas. Una dialéctica que se ha trasladado también a los encuentros en los que ambos han coincidido -en los que tienden a antagonizar preferentemente entre sí- y ha permeado también a sus campañas, donde ambos parecen empeñados en sumar más allá de sus respectivos tercios, pensando en una hipotética segunda vuelta.
Y aunque aún quedan varios meses para la elección -y en ese tiempo podría pasar de todo- la idea de dos candidatos en punta está configurando la carrera presidencial en estos días. El cuadro actual con Jara y Kast arrastrando las marcas, pero con ambos más bien estancados en sus respectivos tercios, está trasladando la energía a la disputa por el tercer tercio, donde hay varios oferentes y cada uno con una estrategia diferente.
Está Matthei que, tras varias semanas a la baja, parece haberse resignado a la pérdida de su condición de favorita y comienza a desplegar un equipo y un mensaje más acorde a su situación actual: la de retadora que debe incluso dar muestras de su voluntad de continuar. La de Evelyn es una estrategia “geográfica” que apuesta por un hipotético centro huérfano que no se identifica con el actual gobierno; no se sintió llamado a participar en la primaria oficialista o que, incluso, pudo haber participado, pero perdió y no votará por Jara.
Para convertirse en oferta para ese mundo, Matthei ha considerado necesario borrar algunas de las barreras de entrada que les había puesto mientras creía que su foco debía ser disputarle la derecha a Kast y a Kaiser. Así probablemente se gestó la idea de pedir disculpas (aunque de manera algo vicaria) por sus dichos sobre los muertos a manos del golpe y la dictadura militar. Y de ahí también sus intentos por equidistar de Jara y Kast cuando ha coincidido con ellos.
En otro código, Johannes Kaiser sigue apuntando a la batalla cultural y -algo tarde- parece haber entendido que esa contienda limita con Kast y no con Matthei. Más aún ahora, que el republicano se siente con un pie en la segunda vuelta y ha comenzado a cuidar sus dichos hacia la otrora “derechita cobarde”, pesando que deberá ser capaz de convocarla en las urnas, en el Congreso y posiblemente en la cohabitación en un eventual gobierno. Con Kast enfocado en su techo, Kaiser podría crecer un poco horadando su piso.
El tercero en disputa para liderar ese tercio es Franco Parisi, polemista curtido en ya tres elecciones y con una estrategia bastante más flexible, que apunta a sumar cual collage a la mayor cantidad de disconformidades dispersas en los segmentos menos politizados y los que alguna vez lo fueron, pero que hoy se encuentran desencantados. Una especie de pesca de arrastre que apunta a llevarse el voto venganza y el odio a los partidos, metiéndolos en el mismo saco con quienes no buscan cambiar el sistema sino hackearlo para sacar una ventaja.
Difieren en el fondo, pero tanto Kaiser como Matthei coinciden en usar formas más tradicionales, porque, aunque nuestro libertario local sigue el guion programático de Milei, su aspiracional tono leguleyo lo aleja de los modos desenfadados del trasandino o de Trump. Parisi, en cambio, se decanta por tácticas más arrabaleras, de guerrilla o de pelea de cantina. Muestra menos miramientos, es más maletero y tiene menos estómago.
Puede que se trate de un despliegue menos docto de lo deseable, pero se trata de una estrategia probada, sobradamente, por izquierdas y derechas para el asalto al establishment. No parece razonable descartarla a priori o tomársela a la ligera.
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