Educación inicial: el desafío que no puede esperar

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Por Beatriz von Appen, copresidenta de Educación Inicial 2030 y directora de la Fundación Educacional Choshuenco

Pocas inversiones son tan rentables socialmente como la que se hace en la primera infancia vulnerable. La educación inicial es una dimensión crucial en dicho esfuerzo. Por tal motivo, la semana pasada junto a la Pontificia Universidad Católica más 19 instituciones, con las cuales compartimos el anhelo y trabajo de que Chile sea un país de mayores oportunidades, iniciamos una cruzada por lograr una educación inicial de excelencia, particularmente para niños y niñas vulnerables. Este desafío se proyecta a 10 años y se denomina “2030; Juntos por una Educación Inicial para el futuro de Chile”.

La tarea es grande. Actualmente en nuestro país solo entre 40% y 70% de los niños del primer y segundo quintil de la población cuentan con acceso a un centro educativo (jardín infantil) cerca de su hogar. Adicional a lo anterior, son pocos los centros educativos que en la actualidad cuentan con un programa de estimulación temprana de calidad que asegure un alto desarrollo cognitivo y socioemocional de los niños y niñas. Se suma a lo anterior que carecemos de políticas públicas consistentes que potencien las habilidades parentales de las familias, quienes son por excelencia los primeros educadores de sus hijos.

Chile ha avanzado en materia de financiamiento en distintos niveles educativos, sin embargo, el nivel inicial está rezagado. Los montos de la transferencia económica del Estado por niño en ese subsistema siguen estando por debajo del estándar relativo OCDE, pero además hay tratamientos distintos, difíciles de justificar, para diferentes administradores de jardines. Dicho en simple, dos niños de un mismo lugar, que asistan a dos jardines públicos distintos, podrían recibir montos diferentes de asignación estatal para su educación inicial, a pesar de que deben cumplir con el mismo programa educativo.

Los antecedentes descritos son el resultado de un gran problema. Aún no entendemos, como sociedad, la gravedad y los efectos de largo plazo en distintos aspectos de su bienestar y el de la sociedad que los niños más vulnerables no asistan a un programa educativo de alta estimulación en su infancia temprana. Seguimos creyendo que la educación inicial es, en primer lugar, una especie de “guardería”, que soluciona el problema a los adultos que deben trabajar, antes que un vehículo de desarrollo cerebral, cognitivo y socioemocional.

Las 19 instituciones que integran esta iniciativa están decididas a avanzar en los aspectos antes descritos, haciendo parte a estamentos públicos, privados y políticos, independientes del sector que representen. Una educación temprana de calidad es un gran legado que podemos dejar a nuestro Chile querido y para lograrlo se requiere de un esfuerzo cooperativo y de una continua persuasión para visibilizar las grandes ventajas de sostener este esfuerzo. El país necesita grandes proyectos colectivos y no cabe duda que este podría ser uno muy emblemático.

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