El carro del Apruebo



Por Luis Larraín, presidente del Consejo Asesor de Libertad y Desarrollo

A medida que las encuestas han empezado a mostrar una mayoría de simpatizantes de la opción Apruebo en el plebiscito, algunas figuras de la centroderecha han comenzado a subirse al carro, manifestando su preferencia por votar Apruebo.

Las razones son distintas y las circunstancias también, pero todas tienen un elemento común: miran al corto plazo. No se trata de líderes que quieran proyectar una centroderecha que pueda hacer realidad su proyecto para Chile, son políticos que quieren salir bien en la foto el próximo 25 de octubre. Lo de Joaquín Lavín ya no es sorpresa, hace rato que en las decisiones que adquieren mucha relevancia frente a la opinión pública es incapaz de expresar una posición distinta a la de la mayoría. Lo de Felipe Kast es más complejo. Si bien desde el principio su partido se manifestó a favor del Apruebo, Evópoli debió declarar su neutralidad ante la evidencia de que la mayoría de sus militantes estaban por el Rechazo, algo parecido a lo que le sucedió a Mario Desbordes en Renovación Nacional, donde hay una clara mayoría por el Rechazo. Lo curioso de Kast es que mantuvo su preferencia, pero con un argumento pueril: aprueba para rechazar la violencia. Eso no es sostenible; más bien podría sostenerse justamente lo contrario, como lo demostraremos.

Lo que fue más sorpresivo para algunos fue lo de Pablo Longueira. Para algunos, porque un observador atento debiera haber advertido que hace rato que el ex presidente de la UDI está buscando regresar a la política. Por eso su propuesta trae un combo, Apruebo, convencional en la constituyente y presidencia de la UDI. Audaz, en eso Longueira no deja de ser Longueira; pero también inconsistente con la historia y principios de su partido, y, lo que es peor, con la realidad. Pablo Longueira ha dicho que él está por el Apruebo, pero sin aceptar la hoja en blanco. Pues bien, los acuerdos del 15 de noviembre y la aplicación de la regla de los dos tercios hacen que, en la práctica, la convención elaborará una nueva Constitución a partir de una hoja en blanco. O sea, Longueira ofrece una opción que no existe.

Quienes vamos a votar Rechazo en el plebiscito lo hacemos por distintas razones. Pero una de las más recurrentes es que rechazamos por dignidad. Los políticos que hemos mencionado pasan por alto un elemento fundamental: usando la violencia se doblegó al Presidente legítimamente elegido y se le obligó a aceptar la elaboración de una nueva Constitución, con mecanismos y procedimientos ajenos a nuestra institucionalidad. Vale decir, quienes votamos por este gobierno somos ciudadanos de segunda clase, pues aunque ganemos las elecciones nuestro candidato no puede terminar su período por la amenaza de la violencia. Aprobar sería ceder a la violencia y eso le hace mal al futuro de la derecha y del país. Rechazar es una manera de dotar a la derecha de una dignidad que ha perdido.

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