Opinión

El derrumbe del centro

Santiago 11 de junio 2025 Carolina Toha y Evelyn Matthei realizan debate en Icare Candidatas presidenciales participan en el encuentro, Destrabando la permisologia, de Icare Debate Icare Fotografía Pablo Vásquez R. Pablo Vásquez R.

Las encuestas muestran hace algunas semanas como favoritos para la primera vuelta presidencial a los dos polos del espectro político: Jeannette Jara y José Antonio Kast. Evelyn Matthei parece en cambio en una caída progresiva que, más allá del análisis particular que pueda hacerse, se enmarca en una caída general de los centros políticos. Basta recordar cómo le fue al Socialismo Democrático en la primaria oficialista, o considerar lo ocurrido en otras partes del mundo. En el caso de Chile, todo esto tiene algo de enigmático: después del fracaso de los dos procesos constituyentes pareció instalarse la conclusión de que las grandes mayorías habían levantado una demanda de moderación. Se creía entonces que era el momento propicio para que cobraran fuerza las alternativas denominadas de centro, asumiendo que podían encarnar mejor las exigencias de gobernabilidad y acuerdos requeridas para tiempos en que se pedía mayor tranquilidad.

Sin embargo, tales alternativas parecen estar fracasando y es relevante intentar entender por qué. La respuesta no es sencilla, pues exige definir esa supuesta demanda de moderación, así como probar que la centroizquierda o la centroderecha efectivamente la representan mejor. Y nada de eso es demasiado claro. Sobre lo primero, no hemos terminado de interpretar qué significa moderación. Sabemos que tiene que ver con la capacidad de la política para dar respuestas, así como de asegurar, en palabras del proyecto Tenemos que Hablar de Chile, cambios con estabilidad. Sin embargo, eso convive con la necesidad de abordar problemas como la crisis migratoria y de seguridad. ¿Cómo podría ser moderada una propuesta que revierta la extensión del crimen organizado? Por lo demás, tampoco tenemos claro en qué tipo de apoyo se traduce esa moderación, que no implica siempre identificación con el centro. En 2021 el cientista político Juan Pablo Luna se refirió a esta idea: el centro que caracterizaría a la ciudadanía no es una posición equidistante respecto de la derecha y la izquierda, sino el “abajo”; esto es, las grandes mayorías desafectadas, fragmentadas, sin lazos con la política, enojadas con ella y al mismo tiempo demandando respuestas inmediatas a problemas urgentes. Los estudios publicados por el COES dicen algo similar: la gente común se define mayoritariamente como de centro más por la disponibilidad a moverse en sus apoyos que por un posicionamiento efectivo en el centro político. Es una forma de decir: no me identifico a priori con nadie, sino que buscaré caso a caso a quién entrego mi adhesión. Esto vuelve el comportamiento electoral altamente impredecible y sume a la política en un estado de desorientación que la deja entre la dispersión, la arbitrariedad y el oportunismo.

Esto nos conduce al segundo problema: la desorientación de la política explica la performance errática de las alternativas de centro, así como su poco arrastre electoral. Carolina Tohá intentó levantar una candidatura identificada con los 30 años, habiendo sido una vocera comprometida del Apruebo para el 2022 y antes un rostro de los autoflagelantes que se sometieron sin mayor distancia a la renovación juvenil. Matthei por su parte intenta combinar una apuesta dialogante mientras apela a Bukele, sin terminar de decidirse si quiere ser más o menos dura que quienes están a su derecha, y con poca capacidad para mostrar propuestas concretas. Se han visto así, más que de centro, indefinidas; y más que moderadas, inconsistentes. Ahora bien, nada de esto responde las dudas que pesan hoy sobre los favoritos. Tanto a Kast como a Jara les tocará probar si su éxito se debe solo al derrumbe de sus adversarios de centro (que promueve a ratos una campaña donde todo vale) y al voluntarismo que permite la campaña cuando no se tiene historial de gobierno. Y es bueno recordarles que desde La Moneda será ya demasiado tarde para pedir paciencia y reconstruir los vínculos que permiten sostenerla.

Por Josefina Araos, investigadora del IES

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