El dilema del TPP11 (CPTPP)



Por Paulina Astroza, Universidad de Concepción

Los tratados internacionales formales, como lo es el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP11 o CPTPP), se someten internacionalmente a los trámites de negociación, adopción, autentificación (normalmente a través de la firma) y ratificación.

La negociación es la etapa previa, donde las partes discuten los términos del objeto y fin del tratado (el para qué se celebra y qué se quiere obtener de él). Luego se redacta y se firma, con lo que se fija el texto del acuerdo, el que permanece inalterable, salvo nueva negociación, nueva adopción y nueva firma.

En el caso de Chile, la Constitución le reconoce como atribuciones especiales al Presidente de la República el conducir las relaciones internacionales, negociar, concluir, firmar y ratificar los tratados aprobados por el Congreso Nacional y que estime que son favorables a los intereses del país. Por lo tanto, es al Congreso Nacional al que le corresponde la atribución de aprobar o desechar los tratados que el Ejecutivo le someta; para luego ser incorporados como norma nacional mediante Decreto Supremo.

Estas son las normas internacionales y nacionales que rigen la celebración de los tratados. Pero, ¿en qué estamos con el CPTPP? El tratado fue negociado por Chile durante el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet y firmado por ella. Luego fue aprobado por la Cámara de Diputadas y Diputados pasando al Senado. Ahí quedó entrampado en 2019, cuando una fuerte corriente anti TLC, antiglobalización y antiintegración (no solo en Chile, sino que en el mundo), hizo perder ese consenso que hasta entonces existía y en que la gran mayoría de los TLC y de asociación estratégica pasaron los trámites sin mayor zozobra.

Así, el TPP11 se transformó en “el tratado símbolo” de todos nuestros males y escuchamos ruidosamente todos los supuestos efectos negativos que significaba ratificarlo. Fue tal la fuerza y virulencia que se produjo en esa época, que cualquier frase a favor de él era contestado con insultos, amenazas y funas. Facultades universitarias tomadas, rayados en las ciudades, banderas y afiches pegados por todos lados con el “NO AL TPP11″. Muchos, me incluyo, callamos nuestras opiniones para no vernos sometidos a casi un escarnio público. Pocos alzaron la voz contra las mentiras, mitos y datos falsos que se propagaban por redes sociales y foros universitarios. Mientras tanto, en 2018, el CPTPP entró en vigor para los países que lo ratificaron y países no negociadores, hoy han pedido su adhesión al mismo.

Cabe recordar que el TPP surgió como idea de Barack Obama para contrarrestar la influencia que él percibió que estaba teniendo China en el mundo. Fueron 12 los países que negociaron y firmaron. Pero luego Trump decide retirar la firma de EE.UU y los 11 restantes decidieron seguir adelante. Hoy, estas mismas naciones piden su adhesión, entre otros, la misma China, Ecuador, Costa Rica, Uruguay, Reino Unido y Corea del Sur. Y de los 11, solo falta que ratifiquen Malasia, Brunei y Chile.

El Senado tiene ahora la gran oportunidad de avanzar tras los años perdidos. Hoy sí hay debate. Hoy sí se ha salido con fuerza a rebatir las mentiras y falsas interpretaciones que se han venido repetido majaderamente y con errados datos y estadísticas. Chile debe ser parte del CPTPP. Lo necesitamos. Estamos en un contexto internacional muy complejo. La inflación, la rivalidad EE.UU/China, la guerra en Ucrania, el alza de los alimentos, la crisis energética, entre muchos otros factores, hacen necesario que utilicemos la herramienta que es el tratado para dar señales de estabilidad y compromiso serio a nivel internacional.

Si el Senado aprueba, ¿es posible que el Presidente de la República se niegue a ratificar? Esta pregunta me la han hecho varias veces. Jurídicamente, sí. Es su atribución exclusiva firmar. Pero políticamente sería una irresponsabilidad ante las necesidades que tenemos hoy. El ruido político que esto provocaría sería enorme. Probablemente los sectores políticos que lo llevaron al poder estarían conformes con una actitud así. Sin embargo, ir en contra del Congreso, representantes también de pueblo soberano, implicaría un choque de trenes indeseable. Al interior de su propio gobierno esto le traerá problemas. Si el Socialismo Democrático aprueba el TPP11, ¿cómo podría seguir sosteniendo un gobierno que va contra sus propias decisiones adoptadas en el Congreso? Gran dilema es el que enfrentará el Presidente Boric y deberá optar: o sigue creyendo en los “No al TPP11″ o adopta una posición de jefe de Estado que busca el bien común, en especial para aquellos que hoy demandan empleo, estabilidad económica y que se ven afectados en su poder adquisitivo producto de la inflación. Al Presidente la palabra si el Senado dice sí al TPP11.

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