
El esencial retorno a clases en la educación parvularia

Por Alejandra Cortázar, investigadora CEPI y vicepresidenta de la Fundación Educacional Oportunidad
Hace algunos días se lanzó un estudio de Unicef y CIAE sobre educación parvularia y retorno a clases, donde se encuestó a más de 17.000 familias. Los resultados muestran que un 40% de los jardines infantiles en Chile no abrió del todo el primer semestre de 2021; y de los que abrieron, un 44% de las familias envió a sus hijos e hijas; el resto decidió no mandarlos por tener a alguien a cargo de su cuidado en la casa. Esta explicación es especialmente preocupante, porque denota que las familias perciben en los jardines un espacio de cuidado, pero no de desarrollo y aprendizaje.
¿Cómo convencer a las familias del valor que tiene la educación parvularia en el bienestar, desarrollo y aprendizaje de sus hijos e hijas? Acá un intento.
Un estudio de la Universidad Católica en 2020 probó que los niños que no pudieron asistir a la educación parvularia por la pandemia presentaron retrasos en el desarrollo en comparación con aquellos de generaciones anteriores que sí asistieron. Hecho que se refuerza con los mejores resultados históricos que obtienen los niños que fueron al jardín en las pruebas Simce de 4to básico y 2do medio, así como también en la prueba de acceso a la universidad. Asimismo, este grupo es el que reporta una menor tendencia a repetir y desertar durante la etapa escolar (CEPI, 2018).
El estudio de Unicef y CIAE mostró además cómo las familias refieren que en general sus hijos e hijas mejoraron su estado socioemocional al asistir al jardín. En cuanto a la salud física, Junaeb (2020) muestra cómo durante la pandemia aumentaron los niveles de obesidad, obesidad severa y malnutrición en los niños y niñas pequeñas. Esto, porque en los jardines se garantiza una alimentación sana y nutritiva.
El cuadro se completa con los mejores hábitos de higiene (CPCE 2015) y rutinas relacionadas con la asistencia al jardín. Una encuesta liderada por Cedep en 2020 a más de 10 mil familias evidenció que la mitad de los niños y niñas no estaban saliendo a jugar afuera, tenían peores rutinas de sueño y se dormían más tarde que antes de la pandemia.
El desafío entonces no es solo abrir los jardines, sino convencer a las familias de que la educación parvularia es crítica para el presente y futuro de los niños y niñas. Es esencial que los padres interioricen que el jardín ayuda a lograr un mejor desarrollo y aprendizaje hoy, para así tener menores dificultades académicas a largo plazo; que facilita la adaptación y mejora los hábitos y rutinas; que permite trabajar las emociones y desarrollar relaciones de amistad; y mantener a nuestros niños y niñas mejor nutridos y sanos.
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