Opinión

El inestable escenario político ecuatoriano

La demora en la entrega de los resultados finales de la primera vuelta electoral alimentó las denuncias de fraude y acrecentó la tensión política en el país.

STRINGER

La historia de Ecuador está atravesada por una inestabilidad política crónica cuyo fantasma volvió a resurgir tras las elecciones del 7 de febrero pasado, dejando en evidencia la fragilidad de su sistema institucional. A más de dos semanas de los comicios, y pese a los recientes anuncios del Consejo Nacional Electoral, aún no se despejan plenamente las dudas sobre la segunda vuelta electoral prevista para 11 de abril próximo. Según las cifras oficiales entregadas por el CNE, con el 100% de las actas computadas, será el empresario y candidato del derechista Movimiento Creo, Guillermo Lasso, quien disputará el balotaje contra el heredero de Rafael Correa, Andrés Arauz, tras superar por poco más de 30 mil votos al líder indígena Yaku Pérez (19,74% frente a 19,38%). Pero el escaso margen llevó a este último a anunciar que interpondrá una serie de recursos para lograr el recuento de votos.

Según las autoridades electorales, la entrega final de resultados se dilató por la demora en el arribo de las actas del extranjero, pero el hecho es que ello solo ha aumentado las dudas y la desconfianza en el proceso, alimentando una peligrosa y potencialmente explosiva tensión social. Además, pese a que los dos candidatos que disputaban el segundo lugar habían acordado un mecanismo para el recuento de votos en 17 de los 24 departamentos del país, el CNE no validó el proceso, determinando el triunfo de Lasso. Tanto la OEA como la ONU y el propio Ejecutivo ecuatoriano de Lenín Moreno cuestionaron la inoperancia de las autoridades electorales, mientras que el candidato indigenista acusó al establishment político ecuatoriano de querer frenar el avance del movimiento indígena.

Lo anterior enciende aún más la mecha del ya caótico escenario político ecuatoriano. Tras la confirmación del paso de Guillermo Lasso a la segunda vuelta por parte del CNE, no es posible descartar que el movimiento indígena -cuyo resultado electoral fue la principal sorpresa de los comicios- radicalice las protestas, ahondando aún más la inestabilidad en el país. El miércoles pasado, ese sector inició una masiva marcha desde distintas partes de Ecuador hacia Quito -donde se prevé que arribe hoy martes- para exigir el recuento de votos. Los indígenas han marcado distancia tanto de los sectores correísta -con los cuales pactaron solo en una primera etapa del gobierno de Rafael Correa- como de los movimientos políticos tradicionales del país y representan un potente grupo de presión en Ecuador. Su rol en las violentas protestas de octubre de 2019 contra el gobierno de Lenín Moreno son prueba de ello.

En los hechos, el actual escenario solo termina favoreciendo al candidato del ex presidente Rafael Correa, Andrés Arauz, porque a la luz de los últimos sucesos sería difícil que Lasso lograra sumar los votos de su contrincante en una segunda vuelta. Y un eventual regreso del correísmo al poder, considerando su experiencia anterior, adelanta un previsible mayor debilitamiento institucional y un agravamiento de la ya compleja situación económica del país, cuyo PIB se contraerá este año más de un 10%, la segunda mayor caída de la región.

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